En general, las personas que desprecian las vidas de sus semejantes tienen un gran apego a la suya. Shih Huang Ti, el primer emperador de China, llamado también Qin Shi Huang, era un matarife, disponía de la existencia de sus súbditos con la ligereza de quien dispone de algo inútil, pero le tenía a la muerte más miedo que vergüenza. Quería gobernar y vivir para siempre y al parecer estuvo a punto de lograrlo, aunque no tanto como Gilgamesh.

Gilgamesh fue un rey de Sumeria (la actual Irak) que vivió hace unos 2,750 años a. C. y reinó durante 126. Su inmensa fama la debe al hecho de ser protagonista del “Poema o Epopeya de Gilgamesh”, “la más antigua gran obra literaria del mundo”, la más antigua referencia al mito universal del diluvio.

Gilgamesh busca y encuentra en el fondo del mar la planta que devuelve la juventud, pero en el camino de regreso a su hogar se le ocurre tomar un baño, se descuida, la deja a un lado y una serpiente se la roba. Se trata, seguramente de la misma serpiente que se infiltra, siglos más tarde, en el paraíso terrenal.

El emperador chino tuvo en cambio problemas con un dragón y otras criaturas extrañas, se enfrentó a circunstancias extremas y perdió cuantiosos recursos tratando de alcanzar su propósito, pero nunca desistió en el empeño, como hizo en cambio el pusilánime de Gilgamesh, y al final se aseguró de otra manera por lo menos cierta protección contra los imprevistos de la existencia en el más allá.

De acuerdo con los conocimientos de la época había “tres misteriosas islas situadas a miles de millas al este de China”. Éstas eran conocidas por los nombres de Penglai, Fangzhang y Yingzhou”. Los inmortales vivían en esas islas en suntuosos palacios, “todos los animales eran de color blanco puro, y había hierbas que otorgaban la vida eterna y resucitaban a los muertos”. Pero desgraciadamente “las islas estaban cubiertas de nubes y podían ocultarse a las embarcaciones que se aproximaran. Igualmente la magia podía provocar un viento que alejara a las naves de ellas, de tal forma que no pudieran acercarse”.

No era una empresa fácil llegar a esas islas situadas en un mar oscuro, lejano, proceloso, y cualquier otro lo hubiera pensado con más detenimiento antes de embarcarse en semejante aventura.

Pero el temible y temerario Shih Huang Ti, primer emperador de China, llamado también Qin Shi Huang, no se arredraba ante las dificultades y ni siquiera ante lo imposible. El registro de las expediciones que organizó para obtener la fuente de la inmortalidad está suficientemente documentado y forma parte de la gloriosa historia de lo real maravilloso.

EXPEDICIONES NAVALES DEL PRIMER EMPERADOR DE CHINA

Luego de que Qin Shi Huang unificó China, hizo inspecciones de gran envergadura en tres ocasiones a la zona litoral de Shandong.

La primera inspección se realizó en 219 a .n.e., en la que Qin Shi Huang, luego de efectuar la grandiosa ceremonia de sacrificio al cielo en la montaña Taishan, fue al este hasta el distrito de Huangxian, a la orilla sur del mar Bohai, a la cabeza de todos los funcionarios súbditos (hoy la ciudad de Longkou, provincia de Shandong). Durante la estadía en Huangxian, Qin Shi Huang concedió audiencia a Xu Fu. Este, a las órdenes del superior, acompañó a Qing Shi Huang a subir la montaña Laishan para rendir homenaje al Dios de la Luna, e informó a Qin Shi Huang diciéndole que en el mar Bohai había tres montañas divinas, llamadas Penglai, Fangzhang y Yingzhou. Según él, vivían en el palacio en la cima de la montaña muchos inmortales, quienes guardaban un elíxir de vida eterna. Xu Fu dijo al emperador que estaba dispuesto a ir a buscarlo para ofrecerlo a Qin Shi Huang. Como Qin Shi Huang anhelaba mucho este elíxir de vida eterna, aprobó muy complacido la solicitud de Xu Fu y le mandó ir a buscar la panacea a alta mar con gran cantidad de oro, plata y tesoros. Se dice que la primera expedición de Xu Fu resultó frustrada por las grandes tempestades. De regreso, dijo a Qin Shi Huang: “Yo, su súbdito, tropecé con el Dios del Mar en alta mar, y le hice saber que fui por el elíxir de eterna vida. Y el Dios del Mar se sintió incómodo por lo poco que le ofrecí de regalo. Por lo que no me permitió sino ver y no llevar el elíxir. Vi en la montaña Penglai palacios construidos con ganoderma (un hongo medicinal), en los que vivían muchos inmortales con vida muy sana y rostros radiantes. Entonces le hice al Dios una reverencia más para preguntarle "¿con qué regalo me permitiría lograr el elíxir?". El Dios del Mar me dijo: “Si me ofrece hermosos niños y niñas con toda clase de instrumentos artesanales como regalo, podrás obtener el elíxir’'. Al enterarse de ello, Qin Shi Huang mandó a Xu Fu que reclutara niños y niñas, y reunir instrumentos artesanales, con los que iba a solicitar el elíxir.

La segunda inspección a Shandong la hizo Qin Shi Huang en la primavera de 218 a .n.e. Esta vez, como Xu Fu no regresó de la búsqueda del elíxir de eterna vida, Qin Shi Huang no logró esa panacea y no podía sino regresar primero a Xianyang.

La tercera inspección a Shandong la efectuó el propio Qin Shi Huang en 210 a.n.e. con una trayectoria del sur al norte, y finalmente llegó al palacio temporal de Langxie. Al enterarse de la noticia, Xu Fu acudió sin demora de su tierra natal a la audiencia de Qin Shi Huang. Ya habían pasado diez años desde la primera búsqueda del elíxir a alta mar de Xu Fu, en la que gastó enormes recursos sin obtener hasta aquel entonces la panacea. Para esquivar el castigo, no tuvo otro remedio que decir a Qin Shi Huang que de suyo no se podía obtener el elíxir de eterna vida en la montaña divina de Penglai por estar defendido por una criatura mágica enviada por el Dios del Agua, y por eso no logró sacar el elíxir. Por lo que rogó al emperador que le destinara unos tiradores de flecha para acompañarlo. En medio camino de regreso a Xianyang, Qin Shi Huang murió en una plataforma de colina de arena (hoy en el territorio del distrito de Pingxiang, provincia de Hebei), a los 53 años de edad, y no logró administrar el elíxir de eterna vida hasta la muerte. Luego de despedir a Qin Shi Huang, Xu Fu conduciendo a los niños y niñas, con las cinco especies de granos e instrumentos artesanales, fue a buscar el elíxir de eterna vida a alta mar. Más tarde, cruzó el mar hacia el Este y llegó a Japón. (http://spanish.china.org.cn/…/2009-…/14/content_18133730.htm).