De acuerdo a informaciones publicadas esta semana, el gasto público corriente en salud apenas alcanza el 1.4% del producto interno bruto (PIB), mientras el gasto nacional (público + privado) se sitúa en el 4.5%. Estos resultados confirman los planteamientos que hemos venido haciendo en nuestros mensajes sobre el bajísimo presupuesto asignado a Salud Pública, y su falta de correspondencia con el nivel del crecimiento económico alcanzado durante las últimas décadas.

Da pena tener que reconocer que el gasto nacional en salud del país es uno de los más bajos e inequitativos de la región, muy inferior al promedio de América Latina (8.1% en 2013), y de países con niveles de crecimiento similares. Sólo basta con señalar que, según el Banco Mundial, en el 2013 el gasto nacional en salud de Costa Rica ascendió al 9.9%; el de Cuba, al 8.8%; el de El Salvador, al 6.9%; el de Colombia al 6.8%; y el de Bolivia al 6.1%.

Este informe, encargado por la Asociación Dominicana de Administradoras de Riesgos de Salud (ADARS) y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), evidencia una vez más, que el gasto privado, incluyendo el gasto de bolsillo en salud, más que triplica el gasto público, lo cual constituye una seria distorsión en términos de equidad e igualdad de oportunidades contra las familias más pobres y vulnerables.

Demuestra la justeza del reclamo de amplios sectores de aumentar, en forma gradual, la asignación para salud, emulando los reclamos similares a favor de la educación. En Seguridad Social para todos, conscientes de las limitaciones fiscales, hemos propuesto un incremento gradual a partir del 2016, hasta llegar al 5.0% del PIB en el 2020, mediante un pacto social que defina las prioridades nacionales de salud, el impulso de las reformas pendientes, y la forma de mejorar la asignación de los recursos, y de elevar la satisfacción y el desempeño.

Otro aspecto que revela el estudio de la Fundación Plenitud es el exiguo porcentaje del gasto total dedicado a promover la salud y prevenir las enfermedades. Apenas un 1.5% del gasto corriente, en contraste con el alto costo de la medicina curativa que absorbe el 59% del total. No obstante, llama la atención la carencia de medicinas esenciales en los centros públicos y el bajo límite anual per cápita para la compra de medicamentos ambulatorios del Contributivo.

Esta valiosa iniciativa de ADARS e INTEC arroja mucha luz sobre las precarias condiciones sanitarias del país, y muy especialmente, contribuye a explicar las  carencias recurrentes, que tanto los profesionales de la salud como los medios de comunicación,  han señalado en el transcurso de las últimas décadas.  Al insuficiente presupuesto hay que agregarle un gasto altamente concentrado en el pago de sueldos y salarios, y en el gasto administrativo.

Además, resulta oportuna ya que dentro de unas cuantas semanas las autoridades  presentarán el proyecto de presupuesto nacional para el 2016, en el cual se espera un importante aumento para salud pública y la decisión oficial de elevar la eficiencia en la asignación de dichos recursos.