En los diferentes procesos electorales de los últimos tiempos, se han visto innumerables recursos estratégicos, de uno u otro bando en pugna por el poder, para menguar las posibilidades de ascenso de sus oponentes. Y en ocasiones, para revertir la popularidad in crescendo de la contraparte. De ahí las maniobras de las partes para mostrar ante el consumidor de sus acciones y discursos (el elector) la disposición de satisfacer con el Presupuesto de la Nación, las aspiraciones de un estado de bienestar que cumpla con los requisitos enarbolados por las mayorías sociales.

Una de las estrategias más usadas por aquellos que desean alcanzar o mantener el control del Estado, la constituye la creación de un escenario en donde se pueda competir de manera holgada y ajustar su esquema de campaña a las ventajas que posee frente al contrincante. En ese mismo tenor, los hay quienes aceptan la recomendación del señalamiento de su posible rival. Con lo que se busca marcar una ruta discursiva dentro del radio de acción de la campaña, y desde ahí, establecer las fortalezas y analizar las debilidades frente al adversario.

Esto lleva al líder de turno, necesariamente, a entablar mediante el uso de mecanismos políticos de corte comunicacional, puntos divergentes con los que se pretende encarrilar al contrario a los escenarios donde él tiene franca ventaja. Por eso, no debe resultar extraño que desde ya, a pesar del tiempo restante para el inicio formal del proceso electoral venidero, exista entre algunos políticos con fuertes posibilidades de triunfo, enfrentamientos mediáticos con el objetivo de posicionarse frente al electorado con miras al año 2020.

La más reciente muestra de ello, es la declaración del expresidente Mejía, quien además de anunciar que iniciará formalmente la campaña interna con miras a convertirse en candidato del PRM y posterior presidente de la República. Advirtiendo que hará pronunciamientos que dejarán al desnudo al también expresidente Fernández, igualmente imbuido en los afanes por obtener por cuarta vez el solio presidencial. Descartando Mejía, de plano, las posibilidades electorales de su opositor interno en el partido de oposición.

De aquellos pronunciamientos obtenemos dos lecturas fundamentales a las que debió acudir el equipo de estrategia del líder opositor para trazar el trayecto que entienden factible para hacer de su candidato, un líder vencedor. La primera: Enviar un mensaje a la población hábil para ejercer el voto, de que en los comicios que se avecinan, habrá un enfrentamiento carnal entre Hipólito Mejía y su archirrival, Leonel Fernández y que desde ya, el primero está en la plena disposición de  acudir a los encuentros que amerite el proceso, pues existe la intención de mantener vivo un debate que pudiera concluir en las elecciones de mayo del 2020.

La segunda: Más simple de explicar pero a lo sumo verdaderamente complicada, es tratar de crear la posibilidad de que  el debate político nacional se polarice entre Hipólito y  Leonel. Con ello entonces,  sale del juego político  Abinader y los enfrentamientos públicos se concentrarían en los dimes y diretes de los dos primeros. Así en poco tiempo los electores entenderán que los únicos con posibilidades de alcanzar el poder son los que protagonicen desde ahora el debate.

Porque como diría -Sun Tzu- trasladando el concepto de «General» al de «Líder»: “Un gran líder establece su posición allí donde no puede ser derrotado. No pasa por alto la debilidad de su enemigo”.  Y más aún. “El líder victorioso crea las condiciones que conducen a la victoria desde antes de iniciar la guerra (campaña)”. Y por ello tal vez sea más conveniente para obtener el triunfo, elegir dentro del espectro el adversario a vencer en el torneo venidero.