El otro día nos dijeron que habían visto por el Cibao unos elefantes voladores, de color amarillo brillante con grandes lunares rojos en el lomo por más señas descriptivas. Al principio no podíamos creerlo pues parecía una broma de esas exclusivas para incautos bien incautos. Pero poco después pensamos: si se han comprado un paquete de costosos “scaner” para mejorar los conteos de las elecciones, y después de pasar días y días sin tener los resultados completos nos dicen que todo ha ido de maravillas ¿por qué no van a poder volar los paquidermos por los cielos de tan bellas y fértiles tierras? al fin y al cabo estos curiosos animales sólo deberían romper las leyes de la gravedad, asunto mucho menos grave que el que se rompió en el toyo electoral.

Después, otros chuscos nos dijeron, muy serios ellos, que llegó una nave de marcianos a palacio, y que habían solicitado una entrevista urgente con el presidente para tratar asuntos sobre la próxima reforma fiscal puesto que los precios dominicanos llegarán hasta ese lejano planeta, molestando a sus tranquilos habitantes, pero que tal encuentro no pudo realizarse porque el primer mandatario estaba de visita sorpresa en Montecampesinillos del Río Abajo.

Como es de suponer, tampoco les hicimos caso, pero más adelante pensamos de nuevo: si las autoridades dicen que nuestra economía crece a buen ritmo y es tan sólida como un cañón de los de antes, hecho a base de bronce fundido, y que todos somos más ricos que antes ¿por qué no creer lo de los marcianos? después de todo, hay gente que afirma haberlos visto, hablado con ellos e inclusive haber subido y viajado en sus naves, es cuestión de fe y de convencerse uno mismo, cosas más extravagantes suceden por aquí todos los días.

Hay un grupo de bromistas, encantadores, que nos explicaban también, como vieron un circo con enanos gigantes, los cuales llegaban a los cuatro o cinco metros de altura, y les dijimos que para burlarse de alguien buscaran otros bobos, que ese cuento no era masticable, ni tragable, por nada del mundo. Pero después pensamos que si las autoridades no admiten que hay corrupción oficial entre sus funcionarios ¿por qué no podría pasar que un circo tuviera tan mala suerte que, de repente, les crecieran los enanos? quedándose sin los personajes que hacen las maravillas de chiquitos y grandes. Debemos reconocerlo, nos fuimos totalmente convencidos de su veracidad.

Otro caso digno de relatar, fue el estudiante de primer curso de la carrera de matemáticas que afirmaba haber descubierto, por fin, la cuadratura del círculo y que con unos con ligeros retoques a base de de integrales y aplicando la teoría de los números congruentes, se lograr de paso la aún más difícil ¨ triangulatura ¨ del círculo. Dos inventos en uno casi por el mismo precio intelectual.

Ahí, manifestamos, se pararon las aguas de las cosas improbables, que ni los mismísimos Pitágoras, Arquímedes, Pascal, Descartes o Einstein no habían podido lograrlo, menos lo haría un simple aprendiz de las ciencias exactas. Recogiéndose el pelo despeinado a lo sabio, el estudiante nos puso el ejemplo de que si se nos dice que nuestro sistema educativo medio y superior es altamente eficaz y va por buen camino, aún sacando pésimos lugares de educación  en los ranking internacionales, lo del círculo y el triángulo eran pan comido, paja de coco, o rulos de sancocho.

Por difícil que parezca, no pasaron ni quince minutos antes de sopesar ambos fenómenos y llegar a la conclusión de que si lo de la bondad de la educación era verdad, la cuadratura y la triangulatura  también podrían serlo, por impensable que pudiera parecer. Al fin y al cabo ¿no vivimos en la tierra de los imposibles más posibles?