En América Latina y el Caribe ganar unas elecciones, no es ganar necesariamente el poder. El poder se construye a través de la interrelación con los poderes fácticos de la sociedad. Estos poderes tienen mayor incidencia en Estados débiles, como el caso dominicano.
Uno de los más graves daños a la institucionalidad del Estado, la sufrió en el período gubernamental anterior, la involución institucional de estos últimos años nos colocó a la puerta de un Estado autócrata, cuyo accionar no conocía los límites de la legalidad normativa suprema que es la Constitución.
El poder requiere de la articulación con los actores sociales, que aspiran a la construcción de una relación de plenitud. Entre los llamados poderes fácticos, uno de ellos es la prensa, esta puede jugar un papel constructor de la institucionalidad democrática, una verdadera veeduría pública, pero cuando los gobiernos no se pliegan a sus intereses, en algunos casos pueden jugar un papel desestabilizador.
Las redes sociales son hoy una expresión de ciudadanía libertaria, procurando gobernabilidad transparente, desechando lo banal que discurre a través de influencers, muchos no son inteligentes, ni tienen la fortaleza moral para modelar socialmente.
Las redes sociales desde la primavera árabe mostraron su potencialidad, ellas ayudan en la construcción de una percepción de opinión pública, como expresión de un segmento del poder, que puede llegar a jugar un rol alternativo. Hoy existe lo que se conoce como círculo mediático, el aprendizaje para el nuevo gobierno será como romper el círculo que pretende adocenar a la opinión pública.
El poder económico registró una expansión fruto del crecimiento sostenido de la economía y del ensanchamiento del Estado. Es lógico, que si la economía crece los servicios generen nuevas demandas, el asunto es rodearlo del marco institucional adecuado.
El liderazgo en sectores como turístico, la construcción, servicios financieros destaca la modernización y calidad, aunque se muestra todavía una población distante en el uso de las aplicaciones tecnológicas.
En paralelo el crecimiento económico generó también una capa de empresarios -políticos-corporativos, que surgieron al amparo y protección de los negocios con Estado, permitiendo una acumulación violeta de capitales, de tal magnitud, que se tornan desafiante ante sectores empresariales tradicionales con una sana práctica económica. Ese sector no proviene de una cultura capitalistas que observan las normas y planifican su desarrollo.
Los conflictos con la corporación es el mayor desafío, que pudiera tener el gobierno frente a los próximos años para garantizar la gobernabilidad, la justicia, la transparencia e independencia.
Es necesario las alianzas con los actores sanos de la economía, que ejemplificaron con respuestas adecuadas a las necesidades de avituallamiento, alimentación en tiempo de Estado de emergencia en sus días más críticos. Esto lo harán bajo una alianza público-privada; esperemos, y hay experiencia de tradición empresarial sobre este tema de buenas prácticas. En materia económica esta parece ser la principal apuesta.
En nuestro país hay que hacer esfuerzo en la construcción y en defensa de las instituciones democráticas. La reunión del presidente Luis Abinader con el liderazgo político afianza la idea del ideal democrático, necesario en estos momentos de pandemias para implementar nuevas medidas que resulten eficaces.
El liderato político debía también hacer consultas, sobre los nuevos retos institucionales de nuestro país, en materia de Junta Central Electoral, composición del Consejo Nacional de la Magistratura, designaciones de miembros de la Cámara de Cuentas y los jueces del Alta Cortes.
Sin duda alguna, el tercer actor que es la Sociedad Civil, tratará de influenciar sobre las designaciones de los nuevos miembros de la JCE, TSE, Cámara de Cuentas, TC y SCJ. Aquí los partidos políticos deben ser inteligentes. Porque esta es la trilogía: Prensa, Empresarios y Sociedad Civil que componen el poder fáctico que construyen esas relaciones de elecciones y poder, pero no es limitativa otros actores pueden entrar en juego.
La propuesta de perfiles, sin pretender sustituir los principales actores políticos del sistema que son los partidos políticos es atinada. Estos perfiles deben tener indicadores legales por supuesto, pero además y muy importantes, las experiencias de hombres y mujeres con competencia, capacidad, honestidad, espíritu de cuerpo; que a través de su profunda convicción democrática entiendan y comprendan, que siempre en los partidos políticos serán los grandes aliados para hacer avanzar y consolidar nuestro sistema democrático.