El objetivo fundamental de los verdaderos revolucionarios es sustituir el sistema capitalista; por injusto, destructivo y su afán enloquecido para incrementar su riqueza, su capital. El mundo se ve amenazado porque los imperialistas no tienen límites en su búsqueda, lo último que queda, de las riquezas naturales que pueda saciar su sed de negociarlo todo.

Los países como el nuestro, rico en recursos naturales, se ven amenazados constantemente por las maniobras imperiales en imponer gobernantes de turnos, serviles a sus intereses. República Dominicana no es la excepción. De ahí, el interés de los Estados Unidos en implantar su voluntad, disfrazada de ayuda y transparencia en el actual proceso electoral; para seguir profundizando el alto grado de dependencia, control e intervención en los asuntos económicos, políticos, sociales, militares y geopolíticos.

El análisis concreto de una realidad concreta es el instrumento que facilita la elaboración de una táctica adecuada a la realidad objetiva. Ante una coyuntura electoral en movimiento y tan complicada, la flexibilidad táctica permitirá no alejarnos del proceso, pero también no estar de espalda.

Los dos procesos electorales, municipales, presidenciales y congresuales, llegan en el instante en que los revolucionarios se encuentran en mal momento: desunidos, dispersos y aislados de la población. Sin visión objetiva de la sociedad y sus componentes, en consecuencia sin una táctica conveniente que pueda aprovechar la coyuntura electoral, para alimentar los verdaderos objetivos estratégicos de todo revolucionario.

El conservadurismo, fiel al capitalismo y el imperialismo, dominan todos los escenarios electorales e impondrán su programa y sus candidatos. No hay fuerza, por el momento, organizada con conciencia política y de clase que pueda cambiar esa dolorosa y dura realidad. Toca observar el presente para realizar los ajustes correspondientes o seguir en el galloloquismo que a nada bueno conduce.

En los casi 20 años de gobiernos del PLD, Leonel y Danilo, han sido suficientes para desenmascarar a farsantes y pérfidos que se vendieron como la última Coca Cola del desierto. La sociedad va a la deriva, falta de institucionalidad, inseguridad, corrupción e impunidad, en forma acelerada. El futuro es incierto por los desafíos y compromisos que nos dejan estas aves de rapiñas que nos gobiernan.

Las contradicciones, por el poder, entre el conservadurismo se agudiza cada día más: fraccionamiento en el partido de gobierno y declive de sus posibilidades, riesgo de fraude electoral en complicidad con la JCE, creación de una tercera fuerza, y consolidación del PRM en su camino hacia el Palacio Nacional. En todo este escenario, los revolucionarios brillan con su ausencia, sin ninguna posibilidad, como si no existiera.

La izquierda revolucionaria desperdició la oportunidad en crear una tercera fuerza electoral, sobre la base de un programa de gobierno democrático e institucional que descansará en la unidad con sectores progresistas y demócratas independientes. Pero, que va, esto era demasiado comprenderlo. Vive apegada ciegamente a su franquicia; esquemas dogmáticos, unilaterales y superficiales; contrario a la esencia del método de investigación marxista.

El carácter de la revolución, realidad económica, política y social, admite crear un nuevo escenario que permite respirar aires diferentes a la putrefacción ética y moral de los gobiernos del PLD. Y no es que las esperanzas sean muy halagüeñas, nada de eso. Depende del grado de compresión de la coyuntura y actuar en consecuencia, de los revolucionarios. Una sola chipa puede encender la pradera.