La independencia de Los Estados Unidos de Norteamérica, fue lograda luchando en 1776. Desde hace 240 años, se considera la democracia más sólida y estable del mundo y desde la Segunda Guerra Mundial, también se convirtieron en la nación más próspera y poderosa del mundo. El poder de Los Estados Unidos es reconocido en lo económico, político, social, científico, militar, etc. No gobiernan el mundo, pero lo influyen en los aspectos políticos y socioeconómicos en las demás naciones, países y territorios. La solidez y estabilidad de la democracia en Los Estados Unidos, está sustentada, en el respeto a su constitución, sus leyes, instituciones y sus autoridades.
Producto de la fortaleza y tradición democrática, en los últimos años (2008 al 2016), eligieron por primera vez, un presidente de la minoría negra, catalogado como quien menos escándalos ha generado, de todos sus antecesores. La elección de Barack Obama, creó un precedente muy positivo porque además de ser de la minoría, es un ser humano sencillo y conciliador. Ahora, nuevamente el pueblo y la democracia de Los Estados Unidos, tiene una nueva prueba: elegir un nuevo presidente el próximo 8 de noviembre del 2016.
La prueba, no es solo porque por primera vez tendrán que elegir como presidente a una mujer, sino que enfrentan el reto de impedir que un candidato con un lenguaje amenazante, prepotente, de conducta avasallante, discriminador y atemorizante para los grupos étnicos minoritarios de cualquier origen, pero especialmente afroamericanos, musulmanes y latinos. Los Estados Unidos de América, es un país de emigrantes y parte de su grandeza, se debe a este factor.
Pero el gran peligro del candidato Donald Trump, no solo reside en lo antes dicho, sino que se tiene la incertidumbre de que pueda utilizar el poderío económico y militar, de manera inadecuada en perjuicio de la humanidad. Además, conforme a sus expresiones, podría utilizar el cargo para hacer negocios, aumentar su fortuna y negociar en su provecho personal al tiempo que carece del tacto para establecer, mantener y sostener relaciones diplomáticas con otras naciones, con el debido respeto a los acuerdos, tratados, convenciones y a su soberanía -verbigracia a su vecino México-. También ha expresado que las naciones amigas como Japón, Alemania y otras, paguen a Los Estados Unidos por protección de sus territorios, debido a la permanente amenaza global del terrorismo y otros males globales. Igual conducta ha manifestado contra Cuba y Venezuela, echando por tierra los avances ya logrados con el desbloqueo a Cuba y la apertura hacia otras naciones.
Obviamente, el Señor Donald Trump no solo presenta conflictos de intereses para ejercer el cargo de presidente, sino que ha discriminado, ofendido y abusado a las mujeres en general y en particular, a casi una docena de ellas.
También, se ha demostrado en los debates presidenciales, que el Señor Trump no ha pagado los Impuestos Federales en los últimos 20 años, alegando bancarrota al tiempo que proclama sus éxitos como empresario. Su oponente Hillary Clinton, le ha señalado que se ha aprovechado de la mano de obra ilegal de los inmigrantes para no pagarle, cuando construían su famosa Trump Tower, sin que éste presente argumentos para defenderse.
Trump no es conveniente que lo elijan presidente de Los Estados Unidos de Norteamérica, porque tampoco da crédito a la realidad del Cambio Climático, lo que revertiría todos los esfuerzo globales del mundo desarrollado, para reducir sus efectos catastróficos de una verdad científica y una realidad que se manifiesta en todo el mundo, a través del calentamiento global, así como las ocurrencias de desastres naturales. Y peor aun, es un candidato que su soberbia intelectual, impide dejarse asesorar de los expertos, no sólo en asuntos de largo plazo sino en temas apremiantes de cualquier administración, de esa gran nación