El domingo 19 de febrero de 2017 habrá elecciones presidenciales en Ecuador. A la luz de las propuestas de los candidatos, los ecuatorianos tendrán que pasar juicio sobre lo ocurrido en su pasado reciente, lo que hay actualmente y hacia dónde irá su país. Y, en el marco de la coyuntura política, económica y geopolítica actual en América Latina, en la cual Ecuador desempeña un rol importante, no solo elegirán un nuevo Presidente: decidirán muchas cosas más. Veamos.

De los candidatos en carrera, tres, según los sondeos, son los que tienen posibilidades de alcanzar la presidencia. Éstos son: Guillermo Lasso (banquero multimillonario), Cynthia Viteri (aristócrata guayaquileña) y Lenin Moreno (el candidato del gobernante Alianza País). Los otros, cuyas opciones de triunfo son mínimas, conforman una constelación de millonarios avenidos a la política y personajes de la izquierda desafecta a la Revolución Ciudadana. De los tres candidatos punteros, solo Lenin Moreno puede ganar en primera vuelta (para lo cual se requiere o bien sacar 50% más uno o al menos 40% más una ventaja sobre el que quede segundo del 10% o más). Los otros dos apuestan a quedar segundos e impedir que Lenin Moreno gane en primera vuelta.

Las propuestas de Lasso y Viteri son el clásico recetario de la derecha latinoamericana: eliminar impuestos para “generar” circulación monetaria que propicie consumo y de ahí a la creación de empleos; fomentar el “emprendedurismo”; bajar carga contributiva a los de arriba para que “inviertan” y de esa forma generen empleo a los de abajo; medidas que viabilizarían la privatización de empresas y servicios públicos; solventar la “ineficiencia” del Estado con mecanismos de la lógica empresarial; hacer del Estado un intermediario entre el capital financiero -externo e interno- y el país; desregulación del sector bancario; disminución del gasto social; privatización de la universidad pública y mercantilización de la educación superior; y rechazo a los organismos de la integración regional (UNASUR, CELAC, ALBA, etc.).

Del mismo modo, basan gran parte de su discurso, y el imaginario que éste pretende instalar en la mente de los ecuatorianos, en defenestrar lo que ha construido la Revolución Ciudadana que, con Rafael Correa a la cabeza, desde el 2006 gobierna el Ecuador. En ese contexto, plantean sistemáticamente, a través de sus medios de comunicación, cuatro ideas centrales a partir de las cuales intentan generar rechazo contra Rafael Correa y la Revolución Ciudadana: la “corrupción sistémica” del gobierno; el endeudamiento del país; “los altos impuestos”; y que Ecuador vive bajo una dictadura sin “libertad de expresión”.

Sobre la corrupción, sostienen, vía la publicación de “escándalos de corrupción” en medios noticiosos afines, que Alianza País es una organización corrupta que, a la vez que “enriquece” ilícitamente su gente, encubre sus “delitos”. El caso de Odebrencht ha sido piedra angular en ese relato. En cuanto el endeudamiento, dicen que Ecuador “entregó” su soberanía a China (de donde proviene gran parte del financiamiento exterior del país). Acerca de los impuestos, proponen que Ecuador es uno de los países “con mayor carga contributiva” del mundo. Y en lo concerniente a la “falta de libertad de expresión”, defienden que Rafael Correa es un “dictador” que reprime periodistas y opositores.

Sin embargo, de acuerdo a los datos, esos cuatro relatos palidecen ante la realidad. Por ejemplo, si bien ha habido casos de corrupción en varias paraestatales petroleras, en obras de infraestructura y en la minería estatal, lo cierto es que ello está lejos de ser sistémico. Son casos puntuales de individuos que hoy día están fuera del Estado. Odebrencht fue, incluso, demandada por el gobierno de Correa hace ya casi diez años, lo cual produjo desavenencias diplomáticas entre Brasil y Ecuador en su momento. Es decir, dicha empresa no ha gozado de privilegios en Ecuador. Y si, en lo que respecta a corrupción, de algo se puede acusar a Correa, es de haberse equivocado en el nombramiento de funcionarios en puestos claves. Funcionarios que, reiteramos, fueron expulsados de la gestión pública.

De otro lado, convertir el asunto de la deuda pública contraída bajo la presidencia de Rafael Correa en una preocupación ciudadana, no es más que un ardid de los medios propiedad de la derecha. La deuda pública en sí no es mala; ningún gobierno del mundo podría sostenerse sin financiamiento. La deuda pública es un problema cuando la economía del país no puede sostenerla o si ésta genera desbalances en el presupuesto estatal. En el caso de Ecuador, el servicio del pago de la deuda es inferior, en el presupuesto vigente, por 240, 35 millones de dólares a lo destinado a salud y educación. De igual manera, respecto del PIB, la deuda pública ecuatoriana no representa una presión importante para la economía nacional. Con lo cual, es FALSO que Ecuador haya perdido soberanía vía el endeudamiento.

En cuanto a los impuestos, según datos de la CEPAL, Ecuador es uno de los países de la región con menor carga contributiva. Colombia, país vecino, tiene una carga contributiva mucho mayor. No digamos ya a nivel mundial, donde, pongamos por caso, los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega), poseen cargas contributivas que hasta triplican la ecuatoriana. De modo que también es FALSO achacar al gobierno ecuatoriano una carga contributiva excesiva.

Finalmente, la idea de que Correa es un “dictador” se desmonta con las cuatro elecciones y referendos que ha ganado abrumadoramente la Revolución Ciudadana. Así mismo, la inmensa mayoría de los medios de comunicación ecuatorianos están en manos de grupos empresariales opositores al gobierno. Basta con mirar los periódicos nacionales para darse cuenta de que, si hay un país donde la prensa es abiertamente crítica al gobierno, es Ecuador. Lo que sucede es que el gobierno ecuatoriano ha hecho que esa prensa cumpla con las leyes; y como desde las clases dominantes latinoamericanas siempre se ha manipulado lo que implica la libertad de expresión, esa prensa se cree intocable. Pero antes que el privilegio de los multimillonarios de mover sus intereses con sus periódicos y canales de televisión, está el derecho del pueblo a estar bien informado y no ser manipulado por quienes gozan del privilegio de la enunciación mediática. El gobierno ecuatoriano tiene eso muy claro y ha actuado en consecuencia. Así que es FALSO que no existe libertad de expresión en Ecuador.

Como vimos, son falsas las cuatro premisas con las que la derecha ecuatoriana articula sus mensajes de campaña. Entonces, cabe preguntarse, ¿por qué estos grupos montan una campaña tan agresiva basada en datos falsos?, ¿por qué acusar a un gobierno democráticamente electo de dictadura? Rafael Correa llegó a la presidencia en 2006. En la campaña prometió recuperar la soberanía ecuatoriana no pagando la deuda ilegítima que el país había contraído con organismos financieros internacionales. Una vez en la presidencia, desplegó una estrategia financiera y política que culminó en la eliminación de gran parte de la deuda ilegítima, al tiempo que saldó la deuda legítima. En poco tiempo, el país recuperó su soberanía financiera, saneó su crédito y pudo destinar la renta petrolera a la inversión social. La Revolución Ciudadana, respuesta del pueblo ecuatoriano a los efectos del feriado bancario y el expolio de sus riquezas a manos de transnacionales imperialistas, es, fundamentalmente, un proyecto de creación de un nuevo país en el que se han modificado las relaciones de poder internas, se apuesta a la gente, se le dio identidad a un pueblo otrora carente de autoestima y se colocó el país con voz propia en el escenario internacional.

Soberanía

Con el pago de la deuda -la legítima-, Ecuador pudo destinar la renta petrolera y la riqueza social producida por su pueblo trabajador, a la gente. El presupuesto nacional ahora lo manejan los ecuatorianos según las necesidades de los ecuatorianos; y no según los dictámenes del FMI ni de los intereses financieros internacionales. Al 2015, la inversión social del gobierno fue de 9,696 millones de dólares y el pago de la deuda externa de 2,743 millones de dólares.

Educación

La política educativa ecuatoriana parte de tres enfoques fundamentales: educación para los sectores históricamente excluidos; la democratización del conocimiento (visión con implicaciones geopolíticas); y la educación como derecho y bien público. En ese marco, los avances han sido apabullantes. El analfabetismo se redujo de 8,6% en 2006 a 5,7% en el 2016; el promedio de años de escolaridad se ha incrementado en 1,2; la tasa neta de matrícula en Bachillerato pasó de 48,4% en 2006 a 71,5% en 2016 (la población indígena duplicó su tasa neta de matrícula en Bachillerato); para el 2016 7 de cada 10 estudiantes fueron la primera generación de su familia en acceder a la Universidad; entre 2006-2014 se ha incrementado la matrícula universitaria en 260 mil estudiantes (crecimiento de 59%).

Salud

La universalización del derecho a la salud, enfocado en favorecer las mayorías humildes, ha sido pilar fundamental de la Revolución Ciudadana. Allí, los logros han sido contundentes. Entre 2006 y 2015 el número de médicos por cada diez mil habitantes se duplicó, pasando de 9 a 18. Asimismo, el número de atenciones en centros de salud del Ministerio de Salud Pública pasó de 16 millones anuales en 2006, a 41 millones en 2016.

Desigualdad

Entre 2006 y 2016 cerca de 1,5 millones de personas dejaron de ser pobres y la pobreza extrema se redujo a la mitad (aproximadamente 900 mil personas). De 2006 y 2016, la diferencia entre el ingreso del 10% de la población más rico y del 10% más pobre descendió de 36,4 veces a 24,3. En los dos últimos años, en medio de crisis económica, el sector más rico ha sido el único que ha disminuido sus ingresos. Entre 2007 y 2014, Ecuador redujo la desigualdad, atendiendo al índice de GINI, en 8 puntos. Al tiempo que en el conjunto de América Latina únicamente se redujo 3 puntos.

Liderazgo regional

En el ámbito regional Ecuador hoy día es líder. Desde el país se han conceptualizado e impulsado iniciativas de integración y fortalecimiento económico, político y social de la América Latina tales como UNASUR, CELAC y otras. Ecuador es un referente internacional en materia de política pública educativa, inversión social eficiente y soberanía financiera. Antes del 2006 era casi que invisible regional e internacionalmente. Una clase política mediocre, corrupta y sin sentido de país condujo al Ecuador a la irrelevancia internacional. Nada peor que un país -por pequeño que sea- intrascendente incluso en su marco regional.

Conclusión

Con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, el avance de grupos xenofóbicos en Europa y la restauración conservadora latinoamericana (golpe de Estado en Brasil y el multimillonario Macri en Argentina), Ecuador es un oasis en medio del desierto. Porque, como vimos según los datos, la Revolución Ciudadana es un proyecto anclado en principios humanistas: solidaridad, justicia a los desventajados e históricamente excluidos y explotados (indígenas, negros, mujeres pobres, poblaciones rurales, etc.), distribución igualitaria de rentas, riqueza de recursos naturales al servicio de la gente, soberanía y posicionamiento geopolítico desde el Sur.

Mientras en los países centrales del sistema-mundo el racismo, la inhumanidad y el desprecio al diferente priman, tenemos que dar, desde el Sur, una respuesta a esa decadencia y brutalidad instalada en el mal llamado primer mundo. Apostando por una política económica eficiente, técnicamente sustentada y, sobre todo, al servicio de la gente principalmente de los menos favorecidos. Precisamente lo que se ha hecho en Ecuador. Y para hacer eso, un gobierno valiente y competente tuvo que enfrentar los de arriba (las élites de siempre cuyos privilegios dependen de la exclusión material y simbólica de las mayorías) para quitarles de lo mucho que tienen (vía impuestos y distribución de rentas e ingresos) y darle a los que tienen poco. De ahí la envestida brutal de los privilegiados ecuatorianos contra la Revolución Ciudadana.

Murió Fidel Castro. Murió Chávez. El proceso venezolano está en crisis. En Argentina gobierna un grupo de multimillonarios sin pueblo. América Latina, tras una década de éxitos electorales de movimientos progresistas, ahora se mueve a la derechización. Pero todavía queda Ecuador. Aunque los gobiernos conservadores duren poco (como seguramente pasará dado el rechazo popular que están generando), necesitamos que sobreviva algo de la opción humanista, soberana y digna en nuestra región. Ahí está Bolivia con el indígena Evo. Que Ecuador no lo deje solo. Veremos el domingo.