En las Elecciones Generales, que acabamos de celebrar en la República Dominicana (RD) este domingo 15 de mayo de 2016, pude constatar la presencia de importantes invitados internacionales como observadores de los países objeto de mis estudios y análisis, o sea, de Asia, desde Turquía a Japón. Compartí un café con Sadi Guven, presidente del Consejo Supremo de Elecciones de Turquía, estreché las manos de Nikolay Levichev de la Comisión Electoral de Rusia, coincidí en un lugar con su excelencia Ji-Zen (Valentino) Tang, embajador de Taiwán en la RD que estaba acompañando una importante delegación de su país. Pero también compartí algunos espacios y saludé los principales embajadores de RD en esa región, Hans Dannenberg Castellanos que está en India, Grecia Fiordalicia Pichardo, en Corea del Sur y Rosa Ng, nuestra Representante en la República Popular China (RPCh).
A propósito de este importante acontecimiento y esos contactos, he querido aprovechar la ocasión para hablar de las elecciones en China, la RPCh, no en Taiwán donde sabemos que han adoptado el modelo occidental en ese sentido y les ha dado excelentes resultados. Elecciones en la China Continental, la Comunista, la del Partido Dominante que es el Partido Comunista de China (PCCh). En esa China, aunque muchos no lo creen, también hay elecciones, pero no como las que acabamos de tener ayer en la RD, sino con peculiaridades chinas, como sucede con su socialismo.
En China se proclamó la República Popular el 1 de octubre de 1949. El sistema de gobierno republicano es, a decir de Montesquieu en su libro “El espíritu de las leyes”, aquel en que el pueblo, en cuerpo o sólo parte de él, ejerce la potestad soberana y de acuerdo a otros autores, aquel donde el pueblo que detenta la soberanía elige a quien habrá de ejercerla. La RPCh, es eso, una república popular donde el pueblo, por medio al PCCh que tiene 75 millones de miembros, ejerce el poder. No existen elecciones donde se enfrentan dos o más partidos con propuestas e ideologías diferentes como las conocemos en nuestro país y en las llamadas democracias occidentales, no obstante tienen su propia manera de permitir que el soberanos, que es el pueblo, elija.
En su primera etapa entre 1949 y 1976, con la Primera Generación de líderes encabezada por Mao Zedong, no hubo ningún tipo de elecciones directas, fue a partir de la Segunda Generación liderada por Deng Xiaoping, que se comenzó a permitirlas. Fue en la Constitución de diciembre de 1982, donde se establecieron las bases para las elecciones directas por parte del pueblo, aunque sólo para los niveles más bajos, o sea, el nivel local y aldeano. No obstante, tiene que pasar más de una década para que luego de que votaran algunas leyes orgánicas, estas elecciones comenzaran a realizarse ordinariamente. Gracias a todo ese proceso, se puede hablar de que hoy en la RPCh existen elecciones para la Asamblea Popular de poblados y cantones, para la Asamblea Popular de distritos y distritos urbanos, para el comité de aldea y para los comités vecinales. Aunque, reitero, no son elecciones como las que conocemos, como las que tuvimos los dominicanos, sí son elecciones directas donde las comunidades eligen los niveles de gobierno que más cerca de ellos están, los niveles de gobierno que resuelven los problemas del día a día, de la cotidianidad. En teoría estas elecciones se apoyan en los principios de popularidad, de igualdad, de secreto del voto, elecciones directas, candidaturas múltiples y de garantía del derecho al voto.
No existe una Junta Central Electoral como aquí, ni un Tribunal Electoral propiamente dicho, en la RPCh todas estas elecciones son administradas por el Ministerio de Asuntos Civiles. Tampoco existe la “campaña electoral” como la conocemos, con manejo de recursos excesivos, uso de los recursos del Estado por parte de los candidatos, marchas y caravanas que paralizan el tránsito, ni uso de gigantescas vallas o pequeños afiches que contaminan las ciudades. Como en todo, el chino mide sus actividades por resultados, por eso quizás prefiere seguir con su forma de gobierno, porque le ha permitido estabilidad política y crecimiento económico. ¿Hasta cuándo? No sé, hasta que le siga dando resultados.