Al calor de la campaña electoral del año 1978 se aceleró el proceso de división del Movimiento de Liberación Nacional (MLN-Corecato), latente desde el fracaso del alzamiento guerrillero de 1973 encabezado por el coronel Francisco Caamaño y que en su momento había sacudido los cimientos del movimiento popular y de izquierda.
El asesinato del coronel Caamaño, aislado en las montañas centrales del país junto a su pequeña expedición, así como el exterminio casi completo del grupo, sumieron a la izquierda en un abismo del que no se recuperaría jamás. Remordimientos, acusaciones mutuas, vergüenza colectiva, desprestigio a los ojos de la población, estigmatizaron a la izquierda hasta el día de hoy.
Todo el mundo en el movimiento popular y de izquierda quiso desentenderse de Caamaño como si fuera un apestado. Hasta el día de hoy no cesan los libros, entrevistas, confesiones, tratando cada cual de limpiar su nombre. Quienes en una u otra forma, grado o momento estuvieron con Caamaño se han ocupado de dar su versión. Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez, Narciso Isa Conde, Emilio Ludovino Fernández, Héctor Lachapelle Díaz, Hamlet Hermann Pérez, Claudio CaamañoGrullón, Melvin MañonRossi, Miguel Cocco, Manuel Ramón Montes Arache y otros menos conspicuos, se han expresado a lo largo de estos 41 años, sin que nadiepueda asegurar todavía que exista una versión coherente y definitiva acercade aquellos sucesos históricos.
Al interior del MLN-Corecato que, como ya he dicho en esta columna, formaba parte del proyecto de Caamaño, el desbarajuste y la paralización fueron totales. Nuestro jefe, Miguel Cocco Guerrero, rodeado de su anquilosada dirección central, pretendió seguir como si nada hubiera pasado.
Yo, que había sido dizque “ascendido” a militante por esa dirección a pocos días del desembarco del Héroe de Abril afirmo que el cuestionamiento al interior de la organización crecía en forma indetenible. En el sector estudiantil, al ser un frente legal y público, el malestar brotó más rápido. El Bloque Revolucionario Universitario Camilista (BRUC) se había fusionado con la Juventud RevolucionariaCamilista(JRC) para formar el Movimiento Estudiantil de Liberación (MEL). Esto provocó la salida de un grupo liderado por Celedonio Jiménez, quien encabezó el BRUC por años tras el retiro del líder Leonardo Mercedes Matos.
En marzo de 1977 el comité provincial de Santiago dio a la luz los documentos críticos “Por la democratización” y “Por la proletarización”; un mes después se publicó el documento “La cuestión del partido”, del Comité Regional del Cibao. El eje de la polémica se centraba en el cuestionamiento a la política foquista seguida por la organización de manera imperturbable por los anteriores siete años, prácticamente. Los disidentes exigíamos superar esta línea desfasada y enrumbaral MLN por senderos más acordes con las demandas del movimiento popular y el contexto internacional.
El ala izquierda radicalizada del MLN tenía sus bases más fuertes en el Cibao, especialmente en Santiago, bajo el liderato de Octavio Rivera. Un hito de la confrontación lo constituyó el lanzamiento del boletín “Nuestra Palabra”, órgano escrito de la disidencia. Era un simple folleto de 12 o 14 páginas 8½x13 mimeografiado y grapado, sin ninguna pretensión estética, y cuya producción recayó mayormente en Ping-sien Rafael Sang Ben.
Se usaba para educar a la militancia y difundir los documentos que emanaban del Comité Coordinador Nacional, órgano de la fracción disidente opuesta al grupo que se parapetaba en la Dirección Central. Esta fracción se revelaba cada más como mayoritaria a escala nacional, no solo en el Cibao. En marzo de 1978 se constituyó un comité coordinador para organizar la dirección regional del Distrito. Ya para esos días estaba convocado el Pleno Nacional de Dirigentes Medios tras celebrarse varias Asambleas de Militantes. La Dirección Central reaccionó convocando a una II Conferencia Nacional de Cuadros.
En su número del 22 de marzo de 1978 “Nuestra Palabra” arremetíacontra la Dirección, ya que la confrontación interna había sidollevada por esta a los medios de comunicación comerciales. Bajo el título de “La calumnia y la mentira puerta de la escapada derrotista del grupo foquista” expresaba, en el típico lenguaje izquierdista de la época:
“La derrota políticainfligida a las concepcionesy prácticas foquistas al interior de nuestra organizaci6n ha dado lugar a que el grupito que todavía las sustentan, atrapado por la deceseperaci6n, profundice la conducta mantenida desde hace algunos años, ajena a todo principio revolucionario, de utilizar la mentira y la calumnia en el tratamiento de las diferencias ideológicas. Muestrapública de esa perniciosa conducta es el documento aparecido el 21 de febrero en el periódico La Noticia, el cual se hace continuador de la estela dejada por otro aparecido el día 15 en el mismo periódico. Prueba de esto son las siguientes expresiones, que patentizan el verbo oprobioso e infamante utilizado por los foquistas:
"Ex miembros caracterizados por su actitud delatora", “armas viles”, "amalgama momentánea de intereses” “hacer el juego a los servicios represivos del régimen", en base a calumnia y a la clara incitación policia1, “llamado a la represión", "procedimientos delatores", "chisme, calumnia y la delación", "agregado de intereses diversos y disparejos, personales y económicos", "no miden las consecuencias criminales de sus actos", "minoría de papel periódico: "práctica delatora”, "servir de instrumento al enemigo", "espíritu po1icial”.
Y agregaba: “En efecto, el foquismo es el punto de referencia que nos aporta la explicación a esta forma de enfocar y encorar las contradicciones ideológicas en el seno de nuestra organización. El guerrerismo a ultranza que caracteriza esta concepción pequeñoburguesa requiere de un modelo organizativo autoritario, burocrático y vertical”
La fracción disidente, en una sorprendente demostración de autonomía y coraje, dio “un palo” al llamar públicamente a votar en las elecciones presidenciales por el candidato del Partido Revolucionario Dominicano, Antonio Guzmán. Un giro total en comparación con la tradicional conducta abstencionista de la izquierda vigente desde los tiempos de Manolo Tavárez. Se basó en lo que en aquel momento se percibía como una “necesidad objetiva de cambios” palpable en el conjunto de la sociedad. El análisis fue acertado y la táctica también. Guzmán, eventualmente, ganaría las elecciones arrolladoramente y todos los sectores de oposición se unirían al movimiento por el “respeto a la voluntad popular” Quedó así reivindicada la “justeza” del atrevido paso político dado por nuestros líderes.
La división del MLN-Corecato quedó sellada en una asamblea en la que se acordó fundar el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST). La fracción de Miguel Cocco y Max Puig pareció asimilar la lección, desbandó el MLN y creó su propia agrupación con los remanentes: el Partido Socialista (PS). Se produjo un “lio feo” con la repartición de las propiedades del antiguo MLN, del cual solo me llegaron los ramalazos.
Posteriormente, en 1979-80, el MST se unió al PS y al Núcleo Comunista de los Trabajadores (NCT) (desprendimiento del antiguo MPD liderada por Rafael FafaTaveras) para integrar el Bloque Socialista (BS), abriendo así un nuevo capítulo en la historia de la izquierda dominicana.