Este 15 de marzo asistimos a unas elecciones municipales con un trauma reciente, aunque aparentemente superado. La Junta asegura que está nuevamente preparada para cumplir con su delicada misión y todos deseamos que sea así. No obstante, esta elecciones municipales no dejan de ser especiales. Primero, porque fueron obligadamente reprogramadas luego de un boicot al sistema electrónico de votación. El hecho alteró mucho los ánimos de una importante fracción de la población, que no solamente a los jóvenes amotinados en la Plaza de la Bandera.

Comoquiera, todavía no sabemos qué pasó el 16 de febrero y ya nadie pregunta cómo van “las investigaciones” sobre la falla masiva en los equipos utilizados. La OEA dijo en una ocasión que deberíamos sentirnos orgullosos de nuestra democracia y que lo ocurrido era un pequeño accidente en el camino de su desarrollo. Lo dijo en medio de la decepción y  estupefacción del pueblo dominicano. Entendemos que fue para animarnos a seguir contrariados de la forma más civilizada y razonable posible.

Somos en realidad un pueblo acostumbrado a todo tipo de bellaquerías politiqueras, al engaño y a la manipulación. Pero jamás habíamos tenido la experiencia traumatizante de recibir la orden tajante de regresar a nuestras casas en medio de un proceso electoral que apenas comenzaba con gran entusiasmo. No marchamos en silencio con la esperanza de recibir algún día los resultados de una investigación de la que ya los medios no quieren acordarse.

¿De quién ahora esperamos una historia convincente de lo ocurrido sin dejar fuera las manos criminales que fraguaron el hecho? Ya lo saben. Estamos haciendo cola para leer el informe definitivo de manos de la OEA: un organismo irrespetuoso de las constituciones nacionales, políticamente instrumentalizado por los grandes intereses regionales, soporte político de muchas invasiones a territorios soberanos y marioneta de los grandes capitales.

Este es el “detective” sagaz y experimentado que nos han impuesto. Solo quien no conoce sus múltiples y serviles correrías históricas por el continente, podría ilusamente esperar un veredicto final convincente de la lógica parcial de esta organización regional.

Segundo, las elecciones de mañana 15 de marzo ocurrirán en un contexto internacional radicalmente diferente al de febrero 16. Es la situación  mundial especial creada por el covid-19, un bicho diminuto, invisible, capaz de llevar muerte, angustia y desestabilización económica y social a todos los países del mundo.

Ciertamente, la economía mundial parece ir directo a una recesión o en el mejor de los casos a un enfriamiento de gran calado. El petróleo conoce su mayor caída desde la Guerra del Golfo en 1991, las cadenas de suministros mundiales, en las que China tiene una participación protagónica, se han visto alteradas sensiblemente y muchas fábricas en el mundo están viendo escasear sus suministros de componentes electrónicos y materias primas. Las aerolíneas sufren sus mayores pérdidas en muchos años y los pasajes se van al piso.

La declaración de los estados de emergencia nacionales se están multiplicando y en las próximas semanas gran parte de Europa, uno de los más grandes bloques comerciales del mundo, podría enfrentar un escenario similar al que se vive actualmente en Italia. Este pronóstico de los expertos se hace extensivo a los Estados Unidos, “aunque la predicción allí se hace más complicada, puesto que existe una carencia de pruebas generalizadas de los casos sospechosos”-dicen los científicos europeos. En es país, nuestro primer socio comercial, como sabemos, las pruebas no son gratis y el sistema de salud es uno de los más inaccesibles del mundo.

El mismo destino le espera a África: la mayoría de las naciones que la componen no tienen capacidad para detectar efectivamente el virus, ni mucho menos para tratar a los infectados. La utilización de sofisticados modelos numéricos nos dejan angustiados. De acuerdo con ellos, el total de infecciones se duplica en un periodo de 5 días. De continuar esta tendencia, un país como España, por ejemplo, podría ver aumentar la cifra de 3,000 casos a 250,000 al cabo de un mes. El virus no discrimina clases sociales, cualquiera puede ser su objetivo.

Las elecciones son un escenario ideal para la propagación del virus. Debemos tomar todas las precauciones razonables. Debemos votar, pero no olvidemos que lo haremos en un escenario epidemiológico mundial muy especial y peligroso. Por su parte, el Gobierno debería estar pensando en un plan de blindaje integral de la sociedad que vaya más allá de los protocolos de prevención y las ruedas de prensa ex post.

Debería ser mas selectivo y drástico con los vuelos internacionales; hacer más rigurosas las inspecciones en todos los lugares de entrada de extranjeros al país; organizar con tiempo amplios espacios para los infectados o sospechosos de serlo; disponer de los medios necesarios para la detección temprana y el tratamiento; preparar una estrategia de organización del trabajo en la Administración con énfasis en la tecnología digital (hay más de 700 mil servidores públicos); suspender todas las actividades masivas, incluidas las políticas; sustituir la publicidad de campaña con mensajes educativos sobre el nuevo virus, y asegurar reservas de combustibles y alimentos básicos para un cierto período, entre otras medidas que se nos ocurren.

Miles de científicos en el mundo buscan en intensas y nobles jornadas de trabajo una vacuna, pero nadie la tiene todavía. Bendigamos su trabajo y no perdamos la esperanza. ¡Votemos para un mejor país!