El resultado de las elecciones primarias en California y otros cinco estados, así como los errores de campaña del candidato republicano Donald Trump han cambiado el rumbo de la presente campaña por la Presidencia de Estados Unidos.

La abrumadora victoria de la exsecretaria de Estado Hillary Clinton en las primarias California, acompañada de sus recientes triunfos electorales en Puerto Rico, Islas Vírgenes, New Jersey, Dakota del Sur y Nuevo Méjico abren el camino para una nueva etapa en las aspiraciones del Partido Demócrata. De alguna manera, su rival dentro del partido, el senador Bernie Sanders tendrá que acomodarse a la nueva situación en cuestión de días o semanas.

Por otra parte, un apreciable número de líderes republicanos han criticado recientes declaraciones del señor Trump, consideradas por ellas como racistas. Uno de sus partidarios, el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich acaba de calificarlo como un “absurdo aficionado” que ha cometido “un estúpido error”.

Los detalles más importantes y la lista de errores que han ofendido a las mujeres y a las comunidades afroamericana y mexicoamericana son tantos que no vale la pena repetirlos. Lo cierto es que un buen número de aquellos líderes históricos republicanos que lo apoyaban más bien por compromiso que por simpatía han ido criticándolo abiertamente y algunos de ellos le han retirado su apoyo.

Pero lo más peligroso, en lo que concierne al Partido Republicano, es que la aspiración de Trump puede costarle ya no sólo el control del Senado, algo que ya parecía probable, sino hasta su mayoría en la Cámara de Representantes. Esto último es más difícil, pero ya no es considerado imposible.

Algunos candidatos republicanos a cargos legislativos y estatales ya ni siquiera mencionan el nombre Trump. Y están mucho menos dispuestos a dejarse fotografiar con él. Esto no debe generalizarse, pero está ocurriendo con alguna frecuencia.

En cuanto a los medios de comunicación, después de utilizar los extraños discursos de Trump para atraer un alto número de televidentes, la inmensa mayoría de los comentaristas, hasta varios periodistas de reconocida filiación republicana, parecen ahora no sólo dispuestos a criticar ocasionalmente al candidato sino a distanciarse por completo de sus afirmaciones.

Mientras Trump afirma amar a afroamericanos, mexicanos y a la mayoritaria comunidad femenina ningún especialista serio le atribuye posibilidades de lograr la mayoría de esos votos. En el caso de afroamericanos y mexicanos la situación es mucho más negativa para el señor Trump.

Se da por sentado que un número muy elevado de sus partidarios se mantendrá firme en su apoyo al candidato republicano, pero aun entre sus seguidores anglos se nota cierta desilusión y un alto grado de preocupación. Es probable que obtenga un número alto de votos de electores blancos, pero no puede esperarse una mayoría abrumadora de hombres blancos que compensase su precario apoyo en otros sectores. No debe olvidarse que algunos de los votantes más liberales se encuentran precisamente en esa comunidad.

Todo lo anterior pudiera cambiar, pero la campaña demócrata ha ido aumentado en cuanto a posibilidades de victoria. Su mayor carta de triunfo es precisamente Donald Trump. Ya no se trata de discursos en contra del candidato republicano sino de la ridiculización de ese aspirante presidencial.

Curiosamente, complicándolo todo, hay indicaciones de que el apoyo que se le otorga por líderes republicanos es muchas veces nominal, especialmente por temer estos que con su candidato en la Casa Blanca, no sólo cambiaría el rumbo de la política y de la nación sino que provocaría que la imagen del partido quedara empañada por espacio de toda una generación.

Se trata de un tema complicado y unos meses son mucho tiempo en política. Ahora bien, al menos por el momento, casi todo indica que el país será gobernado por una muy famosa dama a partir del 20 de enero del 2017.