Si es por la participación, se puede afirmar que  las mujeres y los hombres de la República Dominicana han creído y aún   creen en las elecciones.

Son las elecciones hasta ahora la mejor vía civilizada no sólo de dirimir las diferencias políticas, sino como medio aceptado en la gran mayoría de los países del mundo para elegir las autoridades que tendrán a su cargo todos los poderes; pues si bien el Poder Ejecutivo-nivel presidencial-, el Legislativo y el Municipal son el resultado de elecciones directas, los Poderes Judicial, Electoral y de Control Estatal- v.gr. Banco Central. Cámara de Cuentas y Contraloría- son designados por los funcionarios ya electos en los poderes Legislativo y Ejecutivo.

La participación electoral en varios países del mundo es baja o no representativa. Por ejemplo en los Estados Unidos el promedio de participación electoral en las últimas décadas es del 50% y en las elecciones de Chile en el 2017 en la primera vuelta, 19 de noviembre, la participación fue del 46.7% y en la segunda vuelta el 17 de diciembre el 49.02%.

En la República Dominicana en las elecciones del 20 de diciembre de 1962, las primeras elecciones después de la tiranía de Trujillo y con muy poco tiempo para su organización, poca educación democrática y hasta un alto grado de analfabetismo, contó con la  participación del 64.7%. A partir de entonces son bien conocidos los sistemáticos mecanismos de fraude electoral, negación o reales obstáculos para un juego democrático suficientemente limpio; alcanzó una de sus más horribles expresiones con el gran fraude electoral del 1994 el cual se puso a la vista de todas y todos y tuvo que ser aceptado mediante pruebas contundentes por el liderazgo político nacional; pero a partir de entonces la sociedad dominicana ha renovado tanto su fe en la democracia electoral que en las últimas cinco (5) elecciones, es decir por 20 años, la participación electoral ha sido del 70% o más: 2000, 76%; 2004, 73%; 2008, 72%; 2012, 71%; 2016, 70%. Inclusive se estima que el porcentaje de participación puede ser superior tomando en cuenta que hay inscritos en el padrón electoral que por razones de residencia involuntariamente estuvieron impedidos para votar.

La sociedad dominicana ha dado una extraordinaria demostración de que aún con tantos avatares, cree en las elecciones.

Hay que pedirles a los líderes políticos y a las autoridades electorales que, por favor, no lo dañen que “de una vez por todas” se pongan en resonancia  con esa población electoral que aún con fallas o debilidades evidentemente inducidas, cree en la democracia.