“Los bolcheviques hemos actuado en los parlamentos más contrarrevolucionarios, y la experiencia ha demostrado que semejante participación ha sido, no sólo útil, sino necesaria para el partido del proletariado revolucionario”. Vladimir I Lenin

El proceso electoral del 2020, es un escenario, una tribuna, más para continuar la lucha por una sociedad más justa. Obviarla, negarse con participar en ella, es un error. Por más corrupta, fraudulenta y desigual que sea; Involucrarse conlleva una participación intima con la población para conocer, ganar su voluntad e influir en su pensamiento: organizar al pueblo, crear conciencia, educarlo políticamente, movilizarlo, etc.

En la democracia capitalista las elecciones son los mecanismos establecidos para cambiar, en forma periódica, a sus gobernantes. Desconocer algo tan elemental, es vivir de espalda a la realidad objetiva. Es un acontecimiento que estremece a toda la sociedad; por consiguiente, afecta nuestras actividades políticas en todos los frentes.

Esa “democracia” le sirve de soporte para continuar el robo descarado de los recursos públicos, mientras que la verdadera democracia le sirve al pueblo para resolver sus principales problemas. Dilema que deben ser diferenciados ante la población, para elevar su conciencia política.

Las elecciones no son los instrumentos, por el momento, para transformar la sociedad dominicana. Si se participa en ella con ese objetivo, se cae en la trampa, muy peligrosa, de clase. Las mismas sirven para avanzar en el camino de cambios, democráticos, para denunciarla y desenmascarar la falsedad de su montaje, cuando se viola la Ley y se quiere imponer candidatos. Es el momento para caminar, junto a la población, y diferenciarnos…

Por el momento hay dos escenarios para avanzar: democracia de calle y elecciones. No son antagónicas, si saben combinar con espíritu creador y enriquecedor, tomando en cuenta, sin inventos, nuestra realidad. No temerle al proceso electoral, el pueblo es quien “decide” con su voto. Denunciar por todos los medios, incluyendo la calle, las violaciones que afecten la transparencia de su montaje y resultados.

Si las condiciones lo permiten, hay que aprovecharlas sin perder la esencia política e ideológica, ni dejarse contaminar. Dejarle el escenario, a los corruptos, contribuye al aislamiento que abate una vida que lucha por sobrevivir, sin el oxigeno estatal.

Las experiencias de América Latina y el Caribe confirman que es posible ganar espacio y tiempo, participando en las elecciones. Lamentablemente, las fuerzas están dispersas y divididas, lo que limita su peso específico en la contienda electoral.

A pesar de ese limitante que vulnera la sensibilidad,  después de tantas sangre y lagrimas derramada, se puede participar en las elecciones del 2020. Impulsando un gran bloque electoral progresista y democráticos, que se convierta en la Tercera Vía Electoral, como una opción de aquellos que conocen muy bien, y no desean votar por ellos, la catadura corruptas de los partidos que se alternan el poder.

Ha sido una práctica muy común, de los revolucionarios dominicanos, no participar en forma institucional en las elecciones nacionales. ¡Vaya hipócritas¡ Sin embargo, participan en ella de un modo individual, directa e indirectamente: ejerciendo el derecho al voto, participando en sus actividades, colaborando, contagiándose con singles publicitarios, sus casas se convierten en tertulias electorales, etc. Desperdiciando una preciosa oportunidad para difundir ideas, proyectar liderazgo, adquirir experiencia, posibilidades de conseguir espacio en el parlamento y los municipios, decidir en momentos especiales, etc.

Ha llegado el momento de admitir, la izquierda dominicana, ese error que lleva en su espalda, como la  espada de Damocles. Y corregirlo buscando sus causas, el daño causado y la forma de su utilización.

(Este trabajo fue publicado, 10/19/2019, en mi muro de Facebook. Observen como han evolucionado los acontecimientos y el accionar de los protagonistas)