Lo que debe venir: no es tanto el éxito de las próximas elecciones presidenciales y congresuales, ni los resultados de las investigaciones de las causas de la cancelación de las elecciones municipales del 16 de febrero, ni siquiera las respectivas toma de posición a los distintos cargos municipales como resultado de las recientes elecciones municipales extraordinarias.

Lo que debe venir preferentemente es la ya DEFINITIVA institucionalización del Poder Electoral en la República Dominicana. De que no haya sido así hasta hoy, no  hay más responsables que los principales actores políticos de las últimas décadas, desde la ausencia de efectivas leyes electorales y de las organizaciones políticas que en  los últimos esfuerzos fueron retrasadas por más de 16 años.  También algo que podría ser peor que lo anterior,  el vaivén de los intereses partidarios que en la mayoría de los casos ha estado presente o predominando  en la constitución de los tribunales electorales y las instancias correspondientes.

Se podría entender como algo “natural” el inclinarse por quienes pudiesen “defender sus intereses políticos” o partir de que la imparcialidad o neutralidad es muy difícil o irreal, o que el nivel de desarrollo del país no lo hace posible; pero la historia de la región registra un ejemplo a imitar. Costa Rica es el mejor referente, y lo logró a partir del 20 de abril de 1948, es decir pronto hará 72 años. Agréguese el cómo lo logró Costa Rica, fueron los que  habían triunfado en una conflagración cívico-militar y ante una profunda crisis electoral, quienes hacen tan importante contribución a su país, de ahí y para siempre,  por más de 70 años.

Procede hacer un llamado a todas las organizaciones políticas, sociales y económicas  para que a partir del cierre del proceso electoral  y ante las angustias  y riesgos generados se introduzcan todos los cambios que sean necesarios,  hasta constitucionales si es requerido,  para darle al Poder Electoral la dignidad que merece y que las y los jueces sientan que más que iniciativas personales y compromisos individuales con el país y las mejores intenciones que no pocos las han tenido, se trata de construir una verdadera columna institucional apoyada y respetada por toda la sociedad.

Es eso lo que debe de venir en materia electoral para dejar ya definitivamente resuelto un tema fundamental de la vida nacional y concomitantemente  darle el frente a lo que podrían ser de  los más grandes desafíos de la Nación en toda su historia: una potencial crisis económica y la no menos difícil pandemia del Covid-19,  ya con nosotros, que lo complica aún más.