El más reciente informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas) presentado el pasado jueves 12 de diciembre  destaca que en América Latina y el Caribe 18 de 20 países han promediado la menor tasa de crecimiento de  los últimos 70 años. Frente a esa angustiante realidad de la gran mayoría de los países, sucede que excepcionalmente, de nuevo, la República Dominicana concluye el año 2019 con un crecimiento próximo al  5% del Producto Interno Bruto (PIB).  Aunque parezca magia, la referencia debe interpretarse como una muy  seria advertencia.

Así que hay  que seguir procurando- difícil tarea- que la economía preserve las tendencias en cuanto al comportamiento de sus principales factores macroeconómicos: al menos crecimiento, inflación y tasa de cambio y respecto a los cuales se ha logrado un éxito relativo hasta el momento. Y eso así pues cuando se reduce significativamente  el crecimiento, cuando se incrementan  súbita y considerablemente los precios de los artículos y servicios, es decir un inusual incremento de la inflación,  y cuando se dispara la tasa de cambio, eso ha tenido y tiene en cualquier país del mundo efectos humanos tales que no son pocas personas que deciden lo peor con sus vidas.

En el actual proceso electoral se  ha de esperar del liderazgo político, más allá de promesas y más promesas,  convincentes explicaciones y garantías  a la sociedad dominicana, aceptando de que “no somos magos” y que frente a ese tenebroso panorama que presenta la CEPAL, se puedan disponer de certeras respuestas.

Eso así por cuanto hay estudios  y muy bien fundamentadas preocupaciones sin sesgos políticos,  de reputados  especialistas en el área económica  como las  expresadas  en el encuentro de  mayo de este año auspiciado por la Fundación Friedrich  Ebert con el título: ¿En qué está la economía dominicana? Además de otro encuentro  en junio auspiciado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo con igual propósito, los cuales  han alertado en el sentido de que problemas estructurales de la economía que se han estado relegando o evadiendo podían ser la base para una gran crisis económica  no muy diferente a lo que  presenta el informe de la  CEPAL  para 18 de 20 países de la región que se estudian.

La Economía como disciplina no ha podido alcanzar aún el nivel como para prever con certeza los  momentos de debacle; pero hay que prestar especial atención a esos serios estudios y juicios de expertos y evitar así que una gran crisis económica ralentice el relativo ritmo de progreso,  o aún peor que lo  regrese en años.