Del liderazgo político nacional se pueden identificar muchas fallas y no pocas debilidades, pero hay que reconocerle su vocación a la paz y al diálogo en la búsqueda de soluciones a las crisis nacionales. No es casual que la República Dominicana desde su condición haya ocupado de los más altos lugares en el Índice Global de Competitividad en transparencia y participación en la formulación de políticas públicas. Hasta en momentos o circunstancias de álgidas contradicciones los dirigentes políticos de los mismos partidos o partidos contrarios han sido capaces de sentarse y dialogar.
Hay quienes dicen que recientemente en cuanto a lo electoral no hubo tal crisis, aunque sí se estuvo muy cerca de ello; pero esa capacidad de diálogo aún en esos tensos momentos se impuso y ese colapso electoral, encontró su vía de solución y en paz y hasta en armonía por lo que las perspectivas de solución definitiva están claras. Y procede ver más allá, procurando establecer desde ahora y para siempre el Poder Electoral como una de las más importantes columnas institucionales del Estado, como valiosa contribución a la sociedad dominicana.
De lo dicho se puede deducir que el alto riesgo que se refiere no se trata de lo electoral. El liderazgo político nacional, los líderes empresariales, las organizaciones de la sociedad civil, así como ese liderazgo emergente de una juventud tan firme como inteligente y competente, han de procurar vías de diálogo, de entendimiento o acuerdos ante una potencial gran crisis económica ahora en el camino de ser muy agravada por la pandemia del Covid-19.
Respecto a la economía dominicana hay que reconocer que si bien ha presentado números positivos muy por encima a toda América Latina y el Caribe que ha estado en su mayor decrecimiento promedio en 70 años, hay que decirlo claramente, ha tenido que ver entre otros factores con asumir endeudamientos cada vez más pesados y complicados aplazando aspectos tan cruciales como la presión fiscal en torno a lo cual se ha dado de lado a un asunto de ley, el Pacto Fiscal, retrasando lo que podría considerarse como una agonía mediante sistemáticos endeudamientos.
Pero con esta pandemia del Covid-19, ya entre nosotros, coloca el tema económico cuyas salidas trascendentales se han aplazado por años, en una real potencialidad de crisis profunda. De ahí que ya encaminada una definitiva solución electoral, es momento de asirnos a una de nuestras fortalezas como nación en este nuevo contexto. El diálogo nacional para llegar a acuerdos en torno a acciones de gran relevancia, hoy no es sólo necesario, sino urgente.