Cuando la falta de escrúpulos comienza por la cabeza de la nación -conforme sus propias declaraciones-, es de esperarse que los demás ciudadanos del país, quedamos exentos de tan imprescindible criterio de comportamiento social. Según lo define el diccionario, la falta de escrúpulos implica no saber diferenciar entre lo correcto o incorrecto; no saber distinguir entre lo bueno y lo malo. Los menores de edad, las leyes le protegen o son aplicadas con mayor flexibilidad, en caso de cometer actos reñidos con las leyes, no así el adulto. De un presidente de cualquier país, solo se esperan buenos ejemplos. Nuestro país, se corresponde como reza el adagio chino: “El pescado comienza a descomponerse por la cabeza”.

Entonces, una nación con alto grado de personas que no saben leer y escribir, sobre el 40% de pobreza, un 15% de tasa de desempleo y un sistema político corrompido, sin escrúpulos desde los pies a la cabeza, no debemos extrañarnos que a esa misma población, no se le respete en su dignidad, desde lo más alto del poder político.

Precisamente, el ejercicio democrático del pasado 15 de mayo, contuvo todos los ingredientes, para calificarlos de indigno de un pueblo con deseos de cambiar de rumbo. La compra de voluntades, de la conciencia ciudadana, afectó tan loable esfuerzo democrático.

Dicho ejercicio cívico, fue truncado en parte por la compra masiva de cédulas y voluntades, con el uso descarado de los recursos públicos. Se compraron a los líderes comunitarios con dinero en efectivo y especias. Las especias, consisten en la donación de zinc, madera, cemento, blocks, elementos de construcción que forman parte del cuadro de pobreza rural y urbana -vale decir que dichos materiales en gran parte son revendidos porque el beneficiario, no tiene cómo pagar la mano de obra-. Además, el arreglo de caminos, construcción de puentecitos sobre cañadas y arroyos, asignación de acueductos, estadios deportivos, escuelas, pavimentación de calles de barrios olvidados, cuyos residentes deben salir con los zapatos en las manos o forrados con fundas plásticas, para evitar el lodo.

Todas estas acciones y prácticas con fondos públicos, se caracterizan por la improvisación porque son para ganar y comprar adherencias individuales y colectivas, sin responder a ningún objetivo de planificación para solucionar permanentemente, necesidades sentidas de la población, es decir recursos mal utilizados -verbigracia el asfalto removido por las lluvias en sectores populares-.

Es justo señalar, que un segmento de los votantes, han aprendido y cojido la seña a los politicos, especialmente los que usan fondos públicos utilizados sin escrúpulos: este grupo de votantes, ofertan sus votos y muestran sus habilidades para “cotizarse” a un buen precio, en la mañana o en la tarde del dia de la votación.

Podemos decir que La dignidad del pueblo fue avasallada por dádivas, en estas elecciones del 2016. Y, pensar que el Señor presidente Medina, eternizó la frase “El Estado me venció” y ahora él nos vence de la misma forma, cuanta hipocresía!!!