Es su tiempo, su momento.

Durante años, Danilo Medina luchó por lo que el domingo le entregaron las bases del PLD: la candidatura presidencial.

"Pero no es eso, solamente."

Llegada la hora de los hornos, es el momento de, -cómo bien nos decía ayer en El BulevarTV Rosario Espinal-, encontrar su "Yo", que es una forma entre Freud y Parson de encontrar su estilo, su sello distintivo, su forma de comunicarse con la gente, ya candidato.

La fuerza de Danilo no ha sido su carisma sino su persistencia y laboriosidad política. Su fuerza ha sido su constancia y no su facilidad de palabra. Pero, quizás, lo que hasta ahora ha sido un defecto, pueda convertirse en un atributo.

Danilo Medina no es simpático y populachero, desinhibido y cherchoso como Hipólito; ni tiene el "charmin" de caballero andaluz, las buenas formas de un Leonel que en el 1996 se parecía en sus buenas maneras al hijo que toda madre quiere tener, por no hablar de su demostrada capacidad histriónica, tan importante en la vida política y diplomática.

A Danilo se le escapa la verdad en sus gestos. No es bueno en la simulación.     Pero todas esas "limitantes", bien podría convertirlas en atributos si, logra definir su estilo, si "se suelta" y logra lucir más auténtico y hasta hace bromas de sus limitaciones. A Balaguer le quedó muy bien y le dio excelentes resultados admitir que no iba al Palacio Nacional "a ensartar agujas."

No creo que esté Danilo por la labor de presentar un show palaciego de humor con Raymond y Miguel en compañía de Jochy. Pero tampoco es su prioridad destacarse mundialmente como un analista de temas internacionales, ni emular al maestro Yaqui Núñez como orador de palabra precisa y verbo exacto.

Quizás, en el momento lamentable que vive la nación, a Danilo le convendría presentarse como lo que es: un buen gerente de equipos políticos, un gran conocedor de los temas nacionales, parco de palabras pero laborioso como un mulo serrano.

Ni la simpatía de Hipólito, ni la capacidad discursiva de Fernández. Ser solamente Danilo Medina.       Encontrar cuanto antes ese "YO" de la modernidad del que habla mi maestro Umbral desde la literatura, y del que ayer habló la Espinal desde la sociología política y la psicología.  

Ese es Danilo: Tímido de palabra, torpe en los gestos, con voz no muy bien empleada y giros que a veces pueden parecer autoritarios, como si diera un boche, pero con ideas nuevas, vocación social, demostrado compromiso con su banco de los pobres y la capacidad y experiencia técnica, política e intelectual para definir de una vez y por todas cuáles c… son las verdaderas prioridades nacionales… y asumirlas aunque entre el mar.

Que Danilo busque su Yo y encontrará el Nosotros del voto popular.