Alcobendas-Madrid-España.
-Vosotros, los dominicanos no sois más que unos gilipollas en política.
-Siempre buscáis a un caudillo que os habilite la vía y que os guíe de la mano derecha como si fuerais niños, sacándoos las castañas del fuego.
Así nos dice Bruno P., un académico universitario, catedrático de ciencias políticas, a quien conocemos desde hace años y a quien visitamos de cuando en cuando.
-Bueno, Bruno, si de caudillos se trata el único país donde hubo uno por más de cuarenta años fue aquí en España- contesto con cierta reticencia porque estamos en su casa, con sendas copas de vino tinto en nuestras diestras.
– Precisamente porque descendéis de españoles, vosotros los latinoamericanos tendéis a cobijaros debajo de la sombra de los caudillos del momento, siempre buscando a un jefe de tribu y dividiéndoos constantemente en grupos y grupúsculos. Los dominicanos sois el ejemplo por antonomasia. Desde los albores de vuestra independencia habéis sufrido del mismo síndrome. Antes erais rojos, azules, rojos- desteñidos, blancos, verdes, colorados, bolos y rabuses, etc. etc. Hoy día continuáis siendo los mismos. Juan Bosch, Balaguer, Peña Gómez Danilo Medina, Leonel Fernández, Hipólito Mejía. Es casi como si aún fuerais víctimas del trujillato.
-He estado leyendo vuestros periódicos- continúa el catedrático, quien es, además un experto en historia latinoamericana- y un analista de los vuestros compara a Leonel Fernández Reyna con Napoleón Bonaparte en Waterloo.
-En realidad, Napoleón no perdió en Waterloo-continúa diciendo Bruno- Ese punto hay que aclararlo.
De hecho, el corso dio por ganada la batalla al atardecer y, justo en ese mismo instante aparecieron los prusianos por el flanco derecho, quienes el día anterior habían sido abatidos por las fuerzas del Mariscal Emmanuel Grouchy, a quien Napoleón ordenó perseguirles y destruirles la retaguardia. Sin embargo, los prusianos no fueron alcanzados por Grouchy y regresaron con fuerzas renovadas al día siguiente, al final de la batalla de Waterloo, y atacaron por el flanco dejado vacío por el ejército de Grouchy (24,000 soldados), quien nunca regresó en defensa del emperador. Es precisamente en ese instante cuando Napoleón pronunció su famosa frase: “Ou Grouchy ou la nuit” (o Grouchy o la noche). Para ese instante las tropas francesas habían estado combatiendo durante todo el día y ya estaban agotadas en un terreno pantanoso, debido a la lluvia que había caído la noche anterior, donde la artillería se atascaba y la caballería apenas podía avanzar. Grouchy y sus soldados nunca regresaron en defensa de Napoleón y fueron luego acusados de “traidores”. Los prusianos, con energía renovada, hicieron añicos al ejército imperial. Fue entonces cuando Napoleón decidió retirarse. Técnicamente, sin embargo, no perdió la batalla. Su objetivo principal era la unión de toda Europa bajo su mando.
-¿Y qué tiene eso que ver con Leonel Fernández?- le pregunto a Bruno.
-Que Leonel, al transarse con Danilo Medina, no perdió nada. Más bien, políticamente, ambos salieron ganando. A la oposición le ha salido el tiro por la culata, quemando todos sus cartuchos contra Fernández y olvidándose que Danilo podía filtrárseles por la tangente, como en realidad sucedió. Algunos de vuestros analistas están hablando del Waterloo de Leonel pero se sorprenderán cuando lo vean resurgir de sus supuestas cenizas en el 2020.Todo fríamente calculado.
La oposición dominicana, de acuerdo con el profesor Bruno, se ha cavado su propia tumba porque el PLD, tal como Leonel Fernández había pronosticado, seguirá dirigiendo los destinos del país hasta más allá del 2040.
-El PLD se ha convertido en una especie de PRI (Partido Revolucionario Institucional) de México- concluye el catedrático- que gobernó ininterrumpidamente por casi un siglo y hoy día continúa gobernando. No es cuestión de líderes, es cuestión de partido. Eso es de lo que muchos dominicanos nunca se han percatado, porque la mayoría de vuestros analistas políticos son unos retardados.
-¿Y la democracia? ¿Qué sucederá con la democracia sin alternancia de partidos?- pregunto incrédulo a Bruno.
-¿Y quién te ha dicho que la alternancia en el poder es imprescindible y necesaria, si la mayoría de los votantes decide continuar con el mismo partido político?
La democracia real no ha existido nunca ni siquiera en los Estados Unidos.
Eso de alternancia en el poder es un cuento de caminos de la clase dominante.
Una vez que la mayoría de los votantes cae en la cuenta del juego político y toma el sartén por el mango, la alternancia de partidos pasa a segundo plano. Las reelecciones continuas es lo que menos les preocupa, siempre y cuando redunden en su beneficio, pues son la mayoría. Ecuador y Bolivia son el mejor ejemplo de este fenómeno tan peculiar. ¿O es que nos hemos olvidado de la tesis bochista de la “dictadura con apoyo popular”? La están aplicando bajo vuestras mismas narices.
-¿Y las reformas constantes a la Carta Magna?- le pregunto a Bruno.
-Bueno, esa es harina del mismo costal. Creo que en vuestro caso se puede cambiar el artículo que rige la reelección presidencial sin modificar el resto de la Constitución vigente y sin la necesidad de un referendo obligado. ¿Sí o no?
En otras palabras, que el Waterloo no es el de Leonel Fernández sino el de toda la nación como país.