Una de mis novelas inéditas refiere el viaje de una hoja por los confines del mundo. Dicho viaje fue organizado por un concejo de árboles que tenían la misión de enterarse de los principales problemas que afectan a cada continente. Y para no destejer la trama refiero que en el pecho de la hoja mensajera, el Cedro, conocido por su agudo olfato político; en vez de un mensaje envía dos: impunidad y corrupción. Por ahí la hoja viajera en su recorrido por República Dominicana se encuentra una bandada de garrapatas moradas, con togas y birretes. La hoja quedó confundida. No tenía previsto que dichos ácaros, además de chupar sangre, tenían en su lomo un vistoso letrero: “Somos abogados del ex-presidente Leonel Fernández”. Y es que la hoja no entiende como es que en una nación tan pobre, los ministros del gobierno son casi todos millonarios. Ya la hoja supo de primera mano que las garrapatas son insaciables: unas se pegan de la ubre de la nación hasta exprimirle la última gota se sangre; otras maniobran como mariposas de medianoche desarticulando completamente la nación. Y es que las garrapatas se agencian en la historia, rehabilitar al fantasma de Trujillo. La hoja aún esta joven para entender qué pasaría por la mente Bosch para entregarse a esos fantasmas que lo empujaron a crear esa guillotina donde posa la cabeza de la nación. La hoja desconoce que en el pasado reciente esas garrapatas andaban en soletas; sin embargo, hoy, esos afortunados ácaros exhiben con el mayor cinismo, la gran riqueza acumulada a la sombra del Estado.
A todo esto, las garrapatas blancas; otro fantástico invento del profesor Bosch, se debaten entre la danza de las sillas y el dilema de dos candidatos: uno que hace el tristemente célebre papel de payaso y otro que esta carente de brújula.
La hoja sigue sorprendida con el principal opositor del gobierno; Guillermo Moreno sigue erosionado esa camada de garrapatas que continúa estrangulado a la frágil nación dominicana.
De pronto, la hoja visitó las aduanas y se topó con una insólita escena: la Barrick Gold tenía instalada su propia balanza. Un poco más adelante, la hoja se encontró al embajador Víctor Grimaldi satisfecha por haber posado de rodillas en El Vaticano. Tan pronto una garrapata se siente aludida, se refocila en la sombra de Juan Bosch; y coloca sus tentáculos en el teclado del computador. Es que estos ácaros además de ser eficiente en asunto de clientelismo, fungen como periodistas al servicio de la empresa corporativa heredad de Bosch. De ahí que dicha garrapata, desde algún rincón de Roma, se destapó con romería periodística, haciendo saber su mérito de “servirle al partido para servirle al pueblo”.
La hoja afirmó que durante su fantástico recorrido pudo observar que cuando una garrapata posa delante el espejo, observa que el cuerpo de la berenjena se transfigura en emblemático roedor del erario público.
Y, finalmente, la hoja visitó la morada de Bosch: sobre su cabeza, en un cielo vacío, ¡volaban una bandada de garrapatas!