Muy pronto estará circulando en Norteamérica el medicamento Addyi, apodado  " el Viagra femenino". La llegada de este producto es asunto que amerita aclaración, y advertencia. Esa  similitud que se propaga es una oportunidad de oro para  bandidos de todos los colores. Se presta a engaño,  confusión, y, de inmediato, incentiva la falsificación del medicamento. 

Lo de "Viagra femenino" es, en pocas palabras, una falacia. Por supuesto, la compañía farmacéutica  dueña de la patente  tratara de  mantenerla, utilizando  trucos subliminales y mercadología indirecta: el propósito es el de entusiasmar al potencial consumidor, a tal punto, que  presione al médico para que  extienda una receta. Equiparar estos dos medicamentos induce la demanda.

A esta novísimo  Addyl  intentaran convertirlo, extraoficialmente,  en una  panacea sexual para mujeres. Está muy lejos de serlo. Tampoco lleva parentesco alguno con la pastillita azul.  Actúa sobre químicos específicos en el cerebro, sin impactar  el área  genital. Su efectividad es de tan sólo 40 a 50%. Está indicado en casos de disminución  del deseo sexual, asociado a la menopausia y problemas similares. No es para todas.  Tarda semanas en actuar.

En realidad, el diseño de la molécula original fue el de un  antidepresivo. Sin embargo, el cálculo financiero decidió que  debutara como un estimulante de la libido- una de sus propiedades-buscando multiplicar  ganancias. Por lo demás, bien utilizado y en manos de profesionales serios, este fármaco traerá esperanzas a las que intentan retomar su vida sexual y no pueden.

Así como en otros países existen los " silicone valley", repletos de fábricas de alta tecnología, aquí se desarrolla el  más perverso y peligroso de todos: el "fármaco valley", fabricas letales de medicinas falsas.  El primer asentamiento  de esa  criminal  industria fue detectado  en Moca, al amparo de Vicente y otros veinte. Luego  vimos  el inmundo galpón del delincuente  político José Cruz, donde se reciclaban medicinas y sueros para uso intravenoso, contaminados que, sin sorprender a nadie,  compraba la Secretaria de Salud. El propietario de tan execrable empresa estuvo a punto de salir en libertad recientemente. ! Oh, Quisqueya!

Esta industria macabra,  igual que el narcotráfico, sale a la luz pública de tarde en tarde, de  poquito a poquito, cuando ya no es posible seguir la tapadera, o se  tiene que publicitar cierta eficiencia de parte de las instituciones.  Pero todos sabemos que esos negocios criminales siguen intactos. Producen y reparten ganancias. Muera quien muera. 

Muy pronto, de no tomarse medidas  preventivas, estará circulando por la isla, con nombre y envase exactos, el Addyi, "made" en garaje.  El precio resultara tentador. Se venderá a granel. La tableta será exacta.  Su interior ira relleno de  algún estimulante y mucha  porquería.  Al  falso Addyi  le seguirá "La pela rosada", que  romperá record de ventas.   Y, luego, de la china vendrá un barquito…   A Dios que reparta suerte.

En una sociedad llena de complicidades, la población femenina corre  un grave riesgo con el nuevo producto.  No es justo esperar, como de costumbre, al primer muerto, para  advertir al público y aplicar la ley. Las promesas de paraísos sexuales, químicos o personalizados, incitan el apetito mercurial de negociantes desalmados que ejercen al amparo de instituciones gubernamentales. El mal llamado" Viagra femenino" será, entre nosotros,   un peligro. No debemos ignorarlo.