En España se libra una fuerte batalla para evitar que la llamada “Ideología de Género” despoje a los padres del derecho de educar a sus hijos conforme a sus creencias. Un caso emblemático se da en la región de Murcia donde el partido Vox ha logrado que el Partido Popular, que gobierna allí, dictara una política que permite a los padres decidir si ciertos contenidos educativos, especialmente aquellos relacionados con la sexualidad, el feminismo o las preferencias sexuales, no sean obligatorios para los menores en las escuelas.
El veto o pin parental, como se conoce esa política, ha ido cobrando respaldo entre familias horrorizadas ante las distorsiones que en la formación de sus hijos han originado las cada vez más fuerte tendencias a imponer el derecho del Estado o del gobierno de decidir las reglas de la educación, incluso en áreas que se estiman dañinas para la conciencia o intimidad de los menores. La oposición a tan controversial ideología proviene de la tesis que ella promueve en el sentido de que la identidad sexual no es el legado de la biología, sino de un antiguo contrato social que generó la condición de hembra y varón y las condiciones de inequidad y discriminación existentes contra la mujer.
La política basada en la transferencia de la patria potestad al Estado no es solo un problema en España. La frase “tus hijos ya no te pertenecen” ha sido la base del adoctrinamiento de seis décadas en Cuba, como lo fue hasta 1989 en la desaparecida Unión Soviética y todavía hoy en China, para crear un tutelaje intelectual basado en un sistema educativo sostenido en un fuerte adoctrinamiento o lavado de cerebro. Ese es realmente el peligro que oculta la supuesta búsqueda de una equidad en que viene envuelta la “ideología de género”, como lo ha sido con el comunismo. No espere para reaccionar que su hijo Pedro le diga que se llama Verónica. O le enseñen a usar condones en la escuela.