A oscuras, se escuchan unos ruidos graves y agudos. Golpes de máquinas forzosamente se escuchan junto a un murmullo humano, que de minuto a minuto resuenan y desaparecen. Se perciben unos pasos, movimientos y algunas explosiones ligadas con voces. De pronto empiezan a aparecer algunos puntos de luz opaca en un lugar llamado El vertedero. Como si fuera en una gran pantalla se va llenando toda la superficie de puntos y movimientos nebulosos.
Una cerca inmensa. Kilómetros de humo y desperdicios. Entradas y salidas de camiones, grúas, motores, bicicletas, vehículos viejos de marcas. Chocados, despedazados. Se perciben cuerpos pequeños, medianos, grandes. Cerdos, perros y gatos, entre otros animales pernoctan y como que rebuscan por diversos caminos y lugares de la gran cerca. Sonidos de máquinas de nuevo, derrumbes de montones de basura mezclada con “humanos seres” moviéndose en zigzag, como queriendo salir de allí. Pero mientras más lo intentan, más se hunden en aquellos caminos tortuosos. Lo que se observa, de hecho, es una pelea entre demonios repugnantes y cercas pequeñas, medianas y gigantescas dentro de la gran cerca. Las distancias de aquel lugar son lejanas y cercanas. Se escuchan, de nuevo, sonidos metálicos persistentes.
Son cuatro las zonas que se pueden observar. A medio kilómetro de la entrada Norte están los buscadores y rebuscadores de objetos (ropas desgastadas y sucias, restos de computadoras, juguetes viejos, zapatos, pantalones de todo tipo, cajas cerradas, cajas rotas, cámaras fotográficas dañadas, patinetas incompletas, puertas de carros viejos, mesas cojas, aros y pedales de bicicletas), que recuerdan sus viejas funciones fuera de El Vertedero: la gran cerca. La escena parece repetirse en la zona Sur, la zona Este, y el lado Oeste de aquel lugar espantoso.
Como a un kilómetro de allí se observa una pelea entre dos grupos. Ambos quieren apoderarse de una lavadora vieja y una nevera dañada. La escena es una guerra entre ambos bandos de hombres y mujeres que forman estos grupos.
Una guagua destartalada con una bocina ruidosa anuncia peligros que se avecinan. De nuevo la persistente humareda y explosiones que se suceden cada cierto tiempo.
Voz desde una bocina que sale de guagua anunciadora:

¡Lo peor! ¡Lo peor, señores!
Los ratones y cucarachas se comerán todo!
No quedaremos ni nosotros.
Todo será roído por esos “sujetos” de la muerte.
Miren cómo todos esos montones de basura arroparán la ciudad.
Estamos cercados por basura
¡Vivimos en la basura!
¡Salgan de aquí!
No pongan en peligro lo poco que queda de nosotros. Nada útil puede salir de esta cerca, de este vertedero. Podredumbre de todo, podredumbre humana. Lo que ustedes sacan de aquí para negociar o llevarlo a vender a otro lado es desperdicio fétido, mugroso, inhumano, degeneración de todo lo que nos rodea.
(Un ruido estruendoso sale de la Zona Este de El Vertedero. Envuelto en un saco traen un cadáver, picado de ratones y ciempiés. Parece un entierro! El sonido de las últimas palabras que se escuchan se repite como eco perdiendo fuerza, como extinguiéndose). Pausa. Se oye otra voz que sale de otra bocina. De nuevo movimientos masivos como remolinos de basura y cuerpos.
Voz que sale de bocina
¡Hora de todos los lamentos y de todos los gritos de la gente! Hora del gran conflicto… Semilla negra del infierno… Y este humo, este olor que se mete por boca y nariz; que se pega de nosotros y nos ofende; que no nos deja hablar… ¡Asfixia, Asfixia!
(Otra voz ronca):
¡La cerca!
¡El cerco!
¡Peste que camina y arrasa todo!
¡Maldita peste!
(De la misma bocina se oye la voz de un locutor de radio informando…)
Voz de locutor:
Hace varios días, un humo insistente cunde en el país. El Vertedero se ha convertido en el principal enemigo de la gente. Una niebla y un mal olor inunda el ambiente. Las autoridades del país parecen no tener respuesta sobre este fenómeno desbordante. Un enorme fuego y una gran explosión se ha producido en este lugar sin ley, abandonado a su propia suerte. Hay informaciones funestas sobre el mismo. El humo asfixiante se ha convertido ahora en el gran fantasma, entrando a los hogares de toda la ciudad y sectores aledaños…
(Desde la Zona Sur del Vertedero un enorme camión aparece avanzando hacia el centro del lugar con grandes y gruesas mangueras echando agua mezclada, intentando apagar el fuego. Aun así el humo parece ser más fuerte que el fuego).
Una voz de Pastor de “iglesia protestante” se escucha en la zona Este del vertedero, y donde miembros de la uniformada intentan controlar protestas en la entrada de dicha zona.
Voz de Pastor:
¡No, No, No, No! ¡No es Dios! Somos nosotros los culpables de este crimen ambiental. De esta cárcel donde sucumbimos sin ningún tipo de ayuda, pues nadie, ¡escúchenlo bien! Nadie se compadece de nosotros. Los que estamos dentro y los que están fuera de El vertedero, moriremos sin ayuda. Porque, señores, la autoridad ha generado este problema. Parece un juego donde la jerarquía le pasa la bola a otra jerarquía desconocida y el problema sigue sin salida.
El humo nebuloso se va haciendo más denso y se van escuchando diversos ruidos que salen de las cuatro zonas del vertedero, que ya no solo una cerca inmensa, sino otro mundo más que ataca la ciudad, la cubre y la va rompiendo como un enorme papel encendido, amarillo, delgado, como un cuerpo roto que va cayendo con todo el humo que de pronto va quedando suspendido, escuchándose un gran coro de voces que se salen de El vertedero, extinguiéndose como eco desde las cuatro zonas del desastre.