Durante cualquier crisis económica, una de las palabras que se ponen de moda es confianza, pero qué es confianza. En sociología y psicología social, la confianza es la opinión favorable en que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos. La confianza se verá reforzada en función de las acciones, los actos previos y las posibles pruebas halladas.
Si los agentes económicos confían en la economía, tanto en sus políticas como en las autoridades, el resultado será un aumento en el consumo a través de más compras, logrando así una expansión económica. Pero en el caso contrario, donde se desconfía de las autoridades y de las políticas que se toman para manejar la economía, los agentes económicos prevén un deterioro de su situación financiera, por lo que aumentan la tasa de ahorro, lo que provoca una contracción económica.
Los vaivenes de la economía mundial en los últimos años han estado matizados por la falta de confianza. En el caso de Estados Unidos se han hecho inyecciones de miles de millones de dólares para reanimar la economía, produciendo poco efecto en la economía real dada de la falta de credibilidad por parte de los agentes económicos, tanto en las políticas implementadas, como en las autoridades encargadas de llevarlas a cabo.
Un claro ejemplo es el aumento del gasto del consumidor, que como todos sabemos la economía norteamericana se basa en el consumo, y aún este indicador haber subido este mes de agosto, pudiendo indicar una leve mejoría de la percepción de los ciudadanos, el indicador de confianza en plena contraposición volvió a derrumbarse ante el teatro de mal gusto protagonizado por los congresistas en la víspera del aumento del techo de la deuda.
Europa no es la excepción, la Unión Europea ha salido al rescate de varias economías con tal de no dejar hundir el barco Euro, pero por más herramientas monetarias y fiscales que se han tomado, aún a expensas de seguir estrangulando el bolsillo de los ciudadanos, cumpliendo cabalmente la máxima capitalista de privatizar las ganancias y socializar las perdidas, el esfuerzo ha sido en vano. Hoy más que nunca las dudas sobre la sobrevivencia de la moneda común están tan vigentes como al inicio de la crisis hace más de dos años.
Y no solo la moneda comunitaria está en juego, los más pesimista ya tienen en la mira a España e Italia como posibles sucesores al trono de rescatados, dejando prácticamente entre la espada y la pared la maniobrabilidad de la unión europea, ya que es imposible rescatar estas dos grandes naciones, no sin antes desestabilizar el sistema que tanto sudor y lágrimas ha costado.
La confianza es tan subjetiva, que aún dos gobiernos haciendo las mismas políticas, los resultados podrían ser diametralmente opuestos, todo por la confianza de los agentes económicos en las autoridades. La confianza no se gana con simpatía, ni frases contagiosas y mucho menos con demagogia; es necesario plantear medidas concienzudas y serias, la difícil situación actual así lo exige.
No es posible hablar de recuperación económica, si no se ha retomado el camino de la confianza. Pero qué valor tiene la confianza, personalmente me gusta compararla con la salud; cuando gozamos de salud (estabilidad cambiaria, autoridades responsables, crecimiento económico, políticas prudentes, creación de empleo) la tomamos por sentado, pero al momento de perderla a causa de una terrible enfermedad (inflación, desempleo, cierre de negocios, corrupción, inseguridad ciudadana, indolencia política), el mundo se nos viene abajo, y allí es cuando empezamos a darle su justa importancia. Recuerde que siempre es mejor prevenir que lamentar. Analice bien quien ha de manejar su salud, busque un médico certificado y responsable, tenga muy presente que con la salud no se relaja.