Cuando se piensa en “el triunvirato”, usualmente el recuerdo evoca a los gobiernos de facto que se formaron tras el Golpe de Estado de 1963. Sin embargo, poco se sabe –o al menos poco se comenta– del triunvirato que en fecha 1 de mayo de 1866 conformaron los generales Pedro Antonio Pimentel, Gregorio Luperón y Federico de Jesús García.  Se trató de una formulación colectiva del Poder Ejecutivo con el fin de sacar a Buenaventura Báez del gobierno, crear condiciones de estabilidad y seguridad en el país, así como conducir al establecimiento de un gobierno definitivo.

Veamos el contexto en el que se producen tales eventos:

Concluido el gobierno provisional de Gaspar Polanco (que había puesto fin de manera abrupta al de José A. –Pepillo– Salcedo), un grupo de ciudadanos conformó la llamada “Junta Superior Gubernativa” en enero de 1865. Su primer acto normativo fue el restablecimiento de la Constitución de Moca (1858) y poco después la ratificación de la convocatoria de la Convención Nacional para el día 27 de febrero de dicho año. El 25 de marzo es escogido como presidente el general Pedro Antonio Pimentel y Chamorro y en el discurrir de su gobierno la monarquía española deroga el “real decreto” del 19 de mayo de 1861 que había iniciado la anexión en la normativa de la metrópolis. Con ello puso fin a dicho proceso en términos formales, pese a los esfuerzos posteriores del mariscal José de la Gándara por arribar a un acuerdo perjudicial para el país.

En agosto de 1865 José María Cabral se levanta contra el gobierno provisional de Pimentel y es declarado “protector de la República”. El día 4 de agosto emite un decreto nombrando a parte de su gabinete (en el que destacaba el gran historiador José Gabriel García como Secretario de Justicia e Instrucción Pública) pese a que el gobierno de Pimentel en Santiago aún coexistía. El día 6 de agosto se pone en vigor la Constitución de febrero de 1854 y el día 13 del mismo mes se produce la renuncia de Pimentel.

Entre agosto y noviembre de 1865 José María Cabral toma numerosas medidas de carácter administrativo y restablece muchas normas que habían sido afectadas por la anexión o por los gobiernos provisionales posteriores a esta. El 14 de noviembre se vota una nueva Constitución, cuyas particularidades pretendo exponer en otro escrito. En su artículo 140 –en el marco de las disposiciones generales– se dispuso que la Asamblea Nacional Constituyente elegiría para dicha ocasión al presidente de la República y este funcionario duraría en el gobierno hasta el 27 de agosto de 1870. Trágicamente, esta elección recayó sobre el funesto Buenaventura Báez.

Un día después de la promulgación de la Constitución y la elección de Báez, esto es, el 15 de noviembre de 1865, se puso a cargo del general Pedro Guillermo la presidencia de la República, hasta que Báez, para entonces en el exilio, regresase al país y fuese juramentado. Cuando ello ocurrió, Báez incidió en las mismas prácticas que caracterizaron sus cinco periodos gubernamentales (sobre todo los últimos cuatro), desestabilizando la ya débil economía, amenazando seriamente la soberanía de la nación y generando un clima de arbitrariedad, lo que llegó a su cenit con la  “derogación por decreto” de la Constitución de 1865, para reinstaurar la Constitución santanista de diciembre de 1854.

En ese convulso contexto, en la ciudad de Santiago de los Caballeros y en la noche del 1 de mayo de 866, año 23 de la Independencia y 3 de la Restauración (…) con el fin de organizar el movimiento popular generalizado en la mayor parte de la República, que proclama por legítimos caudillos de la patria a los héroes de Capotillo, desconociendo la autoridad del señor Buenaventura Báez (…) se instauró el referido Triunvirato. Se desconoció el gobierno de Báez, se establecieron las líneas generales de la nueva –y provisional– administración y se enunciaron sus objetivos, a los que nos referimos al inicio de este texto. Se reinstauró la vigencia de la Constitución de 1865 y se tomaron medidas de corte liberal, como la total amnistía a los disidentes.

El 10 de agosto de 1866 se convocó al pueblo para la escogencia de un nuevo presidente y el 22 de agosto del mismo año el triunvirato entregó –pacíficamente– el poder al general de división José María Cabral, quien asumiría como presidente constitucional en septiembre del mismo año, siendo el primero en ser escogido por sufragio universal masculino hasta la fecha, desde la fundación de la República en 1844.