El balón recorre el campo entero.

Va de Casillas a Víctor Valdez, de Messi a Ronaldo.

O sea, que en este partido de futbol educacional, el balón está en el área chica de todo un país y casi todos sus sectores.

Hablo del movimiento por el cuatro por ciento para la Educación, que está en la cancha de todos y además es el triunfo de todos: De la sociedad civil más auténtica representada en el Centro Juan Montalvo, “el Bonó”, que para algo pertenece a la cara más amable y querible de la Iglesia Católica.

Digamos que en “el Bonó” están los 12 apóstoles iniciáticos del 4%E: Dos curas del carajo, tres izquierdistas reciclados en el Dios de la María, cuatro sociólogas feministas en  paro con muchas ideas y poco peine, y tres agentes del cariño a lo Jesús, miembros del Centro Juan XXIII.  (Cuando esto comenzó nunca hubo más de doce frente al Congreso).

Y es el triunfo de una clase dominante o de un sector de esta, que por amor y cristiana solidaridad, o por sus intereses, sus ventas y su suplir ministerios, apoyó con mano amiga –y recursos- el movimiento ciudadano, ¡y qué bueno!

Triunfo es de una Embajada (todos sabemos cuál) que con el final de la guerra fría ha mejorado mucho y ha pasado de propiciar represiones o adiestrarnos homicidas de uniforme en Georgia o Panamá, a utilizar su poder imperial para salvarnos esta caricatura de democracia –pero democracia al fin-, como lo hizo en 1994, en 2004 o incluso en 2012 (que de la noche del 19 y los atardeceres del 20 de mayor hablaremos otro día).

Hablo de una embajada que al fin entendió que los pueblos atormentados, víctimas de tiranos populistas no consumen McDonald’s ni compran autos Ford, aunque sean Mustang, que es mucho decir.

Hago el público reconocimiento a “la Embajada” que ha pasado de la represión a la colaboración, por lo que uno ha pasado en 40 años, del Yankee Go Home al Yankee Welcome.

Y por supuesto es el triunfo de un presidente Danilo Medina, que supo coger las señas del movimiento, y astuto como es, no se quedó fuera de la fiesta, convirtiendo lo que debió ser motivo de guerra con cierta “sociedad civil” microscópica pero de altisonante presencia mediática, en un verdadero triunfo incluso antes de comenzar su gobierno.

Y aquí estamos, ni consternados ni rabiosos. Todo lo contrario. Ya el 4%E dejó ser un “absurdo previsible” como la muerte del Ché, según don Mario, para convertirse en 99 mil millones de pesos que el Ministerio de la cosa acaba de detallar chele a chele en la prensa de hoy.

Entonces resulta que sí, que podemos. Y una vez mas, después de locrios unitarios de macos y cacatas; de oportunistas sin calidad moral, con apóstoles del servicio social y la solidaridad (como mis preferidos curas del carajo), resulta que sí, que es posible: Los grandes sueños pueden ser hermosa realidad.