Aunque luce un escenario posible, es improbable que las elecciones del próximo 5 de julio desemboquen en un triunfo de Luis Abinader con una diferencia de más de 20 puntos como pronostican algunas encuestas. En cualquier caso, la diferencia entre el primer y segundo lugar en estas elecciones será de algunos puntos porcentuales, como demuestran algunas encuestas, por la natural tendencia a la polarización en las elecciones dominicanas, precipitada por el pragmatismo de un elector huidizo al trauma electoral de una segunda vuelta, lo que parece ser confirmado por algunas encuestas que muestran que la mayoría del electorado percibe que habrá un resultado decisivo en la primera vuelta.
Sin embargo, ante la percepción generalizada generada por las más recientes encuestas, es obvio que el candidato a derrotar en estas elecciones es Luis Abinader. En esto serán claves tres aspectos fundamentales: (i) el nivel de abstención, que parece que no sobrepasará el 30%, muy cerca del tradicional 25%; (ii) la capacidad de movilización de los votantes, crucial en la situación de la pandemia; y (iii) la conquista del voto indeciso, bastante alto según muestran algunas encuestadoras como Gallup.
La abstención será mayor en los segmentos de clase media, más cuidadosos en la prevención del contagio por el virus, menos politizados y, por tanto, menos inclinados a asistir a las urnas que los sectores de escasos recursos. La capacidad de movilización del Partido de la Liberación Dominicana, la más acabada maquinaria electoral del sistema político dominicano, gracias a la combinación de una estructura de cuadros con una militancia masificada, como se vio en las primarias abiertas, supera por mucho la del Partido Revolucionario Moderno, un partido joven y de escasa organización y disciplina. En cuanto a los indecisos, su conquista depende de qué pese más en el electorado: el deseo de cambio que manifiesta al menos la mitad del electorado o la necesidad de seguridad económica en medio de la crisis económica inducida para controlar el coronavirus.
Es obvio que Abinader superaría a Gonzalo Castillo en la encarnación del voto por el cambio, aunque Gonzalo es muestra palpable de una nueva generación, de un self made man, de un líder político, que vino de abajo, formó su empresa, fue exitoso e hizo también una carrera política y de Estado, lo que atrae el segmento de los jóvenes votantes, profesionales y emprendedores, que se ven reflejados en el éxito de Gonzalo, quien aparece ante ellos como un rol modelo y la posibilidad real de emprendimientos bajo un nuevo orden económico. En cuanto a la seguridad económica y social, Gonzalo, ante la ausencia o vaguedad de los planteamientos de Abinader, aparece ante el electorado, como un político de propuestas claras y precisas que, por demás, representa al partido que institucionalizó el Estado Social, del cual renegó siempre el PRM y que ahora Abinader promete duplicar en un claro intento de emular a Gonzalo y al PLD, cuando no de sencillamente plagiar sus propuestas. Esto sin contar el temor que genera en gran parte del electorado la inestabilidad económica y la inflación asociadas al último gobierno del partido de Abinader y que se ve multiplicado exponencialmente por la coyuntura critica del coronavirus.
Todo lo anterior me conduce a afirmar que el ganador en la primera vuelta del próximo torneo electoral será Gonzalo Castillo, siempre y cuando las fuerzas del PLD y sus partidos aliados sean movilizadas a nivel nacional, se conquiste el voto indeciso y la mayoría silente y se logre destronar de la hegemonía discursiva a la oposición, inyectando en el cuerpo político de la nación los anticuerpos necesarios para resistir la campaña de la oposición de deslegitimación de los resultados y de las autoridades electorales que ya arrancó, como evidencia el anuncio hecho por el senador José Paliza en el sentido de que el resultado electoral “no puede ser diferente” a las encuestas que dan como ganador a Abinader y como revelan los antecedentes de Abinader, quien mezquinamente reconoció a regañadientes el triunfo del presidente Danilo Medina en 2016 -a pesar de Medina sobrepasar a Abinader por 27 puntos porcentuales (62% frente a 35% )-, alegó fraude y al sol de hoy no ha felicitado a Medina por su triunfo. El triunfo de Gonzalo Castillo marcará el inicio de una nueva etapa político-democrática en el país y el relanzamiento de la economía, para recuperar así el sendero de crecimiento y de consolidación de una economía más grande, diversificada, estable, justa, solidaria, competitiva y sustentable.