Como observador independiente y ciudadano sin ninguna afiliación política partidista, entiendo que aún es posible que el escenario electoral venidero tome matices tripartidistas con opciones de poder. Hago este planteamiento a raíz de los aprestos de ciertos ciudadanos y grupos que propugnan que los partidos políticos llamados emergentes tiendan hacia la creación de un bloque que los integre por medio de una candidatura única para las próximas elecciones de mayo del 2012.

Si observamos los datos arrojados por la última encuesta Gallup, el candidato Guillermo Moreno (Alianza País) tiene unas preferencias del voto de 2.4%; Eduardo Estrella (Dominicanos por el Cambio) de 1.8% y Pelegrín Castillo (FNP), Max Puig (APD) y Julián Serrulle (Frente Amplio) suman cerca del 3% entre los tres. Si estas preferencias electorales de 5 partidos minoritarios se unen de manera monolítica, sumarian alrededor del 7% de la intención del voto para las elecciones de mayo del 2012.

El momento para que los partidos emergentes con ideas y planteamientos comunes se unan es ahora, aprovechando que la encuesta Gallup revela que el 26.3% de los aptos para votar en las elecciones del 2012 están dispuestos a cambiar su decisión de voto.

Todo indica que la evidente polarización electoral que se vislumbra entre el PLD y el PRD provocará adhesiones en muchos votantes de los partidos minoritarios, y en otros generará abstención de su voto. Indudablemente que el equivocado síndrome de "no votar el voto" que impera en la idiosincrasia política dominicana reducirá  los votos potenciales de los partidos minoritarios a medida que pase el tiempo en caso de asistir individualmente a la contienda electoral.

Está demostrado que el voto reformista está muy fraccionado, y ante la debilidad de no tener un liderazgo fuerte dentro de su partido que los cohesione, probablemente sus preferencias se dividan entre el PRD y el PLD como ha ocurrido en el pasado. Lo opuesto sucede con  el voto de los partidos como Alianza País y Dominicanos por el Cambio que son votos más independientes. No obstante, tal situación no sucedería con la APD, FNP y el Frente Amplio, ya que son partidos que han tenido vinculaciones de alianzas pasadas con los dos grandes partidos.

La unidad de los partidos minoritarios y emergentes presenta rápidamente dos lecturas posibles. La primera es aquella relacionada con la estabilidad de la mesa electoral ante la ausencia de una de sus patas. A partir de esa realidad es que planteamos la necesidad del "Tripode Electoral", ya que desde el punto de vista del fondo, la forma y en su pragmatismo político no existen elementos diferenciadores fuertes entre el PRD, PRSC y el PLD; más bien existen matices en la forma, no así en el fondo de sus visiones políticas. Por tanto, una nueva fuerza integrada por los partidos emergentes introduciría al menú electoral una opción que en términos de sus planteamientos ofrecerían diferencias concretas en la forma como observan el Estado. Obviamente, la oportunidad de ejercer el poder por parte de esos partidos demostrará si sus planteamientos eran coherentes o no.

La segunda lectura de la unidad de los partidos emergentes, es aquella relacionada con la percepción electoral. Si conjugamos los niveles de abstención de las ultimas elecciones, la difusa credibilidad de los partidos tradicionales, y el voto pendular con bajo nivel de pertenencia hacia los partidos que existe hoy en día, estarían creadas las condiciones para que cualquier fuerza política que se presente en las elecciones y obtenga el 10% de los votos, eleve los niveles de esperanza de esos electores que anhelan nuevas opciones de poder en el "dial electoral" dominicano.

Indudablemente, la unión de dichos partidos debe sustentarse en el espíritu democrático de realizar unas elecciones intrapartidos para elegir el candidato que aglutine mayores simpatías en la población dominicana. Es la vía más democrática e inteligente para poder lograr un impacto real de tercera fuerza política.

El objetivo de dicha unidad debe ser lograr que el 7% actual que reflejan la encuesta Gallup crezca hacia un 10% en los próximos seis meses. En el escenario probable de que esa tercera fuerza no gane las elecciones en primera vuelta, queda la posibilidad de decidir el ganador en la segunda vuelta. Decidir el ganador de la segunda vuelta electoral puede significar para la sociedad dominicana que el apoyo sea condicionado al cumplimiento de una agenda mínima de desarrollo que tome en cuenta reivindicaciones importantes de la sociedad, como son por ejemplo el cumplimiento del 4% para la educación, el cumplimiento de la ley de hidrocarburos, o la concreción de un pacto para la sostenibilidad del sector eléctrico, para sólo poner tres ejemplos.

De no concretizarse una propuesta de unidad entre los partidos minoritarios, el tiempo y la polarización electoral serán los verdugos de la conciencia de muchos sus electores. La única forma que vislumbramos para que esos partidos no disminuyan sus votos y puedan concurrir individualmente y con grandes posibilidades de ganar en las próximas elecciones, es que se de la condición de que uno de los candidatos actuales o un candidato nuevo dentro de esas estructuras surja con un liderazgo renovador, con alto carisma, propuestas innovadoras y sobre todo con muchos recursos económicos para competir en la necesaria y decisoria batalla publicitaria mediática, de manera tal que genere una gran aceptación en sus electores como sucedió con Alberto Fujimori  en 1990, Leonel Fernández en el 1996 o con Barack Obama en el 2008.

Si bien es cierto que un 7% pueden definir las elecciones presidenciales de mayo del 2012, también es muy cierto que hay lecciones aprendidas que los partidos minoritarios deben interiorizar. Primero, entender que los grandes partidos que tenemos hoy en día en la Rep. Dominicana son el resultado de uniones, coaliciones y enfrentamientos democráticos internos que les han permitido crecer. Segundo, un partido que no se parezca a su pueblo no podrá crecer en grandes dimensiones. Tercero, si no se entiende la ventaja y fortaleza de las alianzas entre iguales para poder elegir un candidato que sintonice con los votantes, entonces los ejercicios electorales fallidos serán antológicos. Cuarto, entender que las divisiones y el mesianismo no conducen a ningún lugar, mucho menos cuando se es un partido pequeño.  Quinto, entender que se podrá criticar y acusar al PLD y al PRD de cualquier cosa, pero nunca podrán ser acusados de ser menos democráticos que los partidos minoritarios y emergentes en la elección de sus candidatos presidenciales.  Planteado todo lo anterior, entendemos que el quinto punto encierra la llama que debe encender la tea de la unidad democrática entre los partidos emergentes en caso que decidan ser opción de poder a partir del 2012.