Mi querido presidente, aparentemente no sabe qué hacer, no sé qué le pasa. El siempre tan comedido, ecuánime, hombre de “hechos”, y poco hablar, de acción y manos a “las obras”, le hace falta su asesor estrella, estrellado con una condena de ocho (8) añillos en Brasil, donde ya la hormiga ni siquiera tiene color, y en donde viene la cuarta oleada del Lava Jato, que tantos dolores de cabeza ha causado.
Ahora, no sabemos si asesorado o mediante una idea de brillantez prístina y fulminante, reúne a todos sus funcionarios para, mediante una charla insulsa, cansona e innecesaria, recordarles su “obligación” de ser transparentes, de rendir cuentas, de no robar, y de que su “gobierno” llegará hasta las últimas consecuencias contra todo aquel que se le ocurra solo por un momento en pensar en lo ajeno. Se olvidó de que el rumor publico sería suficiente para la realización de sometimientos y apertura de expedientes.
Olvida también el bien amado, que, es la ley, y no él quien dispone tal cosa. Que la función pública conlleva en sí misma la irrefragable obligación de rendición de cuentas de dineros que solo son administrados y no propiedad del funcionario, que nos sacan diariamente mediante el pago de energía eléctrica, las baterías del inversor, el pago de la gasolina, el agua, el itebis, el dame lo mío, el sobre de café, la libra de bacalao, y demás aromas que si seguimos no paramos hasta el sábado. Olvida nuestro querido Danilo, que no solo sus funcionarios, sino él mismo, tiene esa obligación, y que tarde o temprano tendrá que rendir las cuentas de la inconmensurable cantidad de dinero que se ha dilapidado y sorteado en sorteos que no son sorteos, concursos que aparentemente están dirigidos a un ganador, sino pregúntenle al inefable Rondón y a propietarios de canales de televisión, cable y demas, quienes sin ser ni siquiera maestros constructores, tienen la suerte de la auyama.
Olvida también que el mundo, no República Dominicana, se dirige hacia el repudio y el estigma a los corruptos, quienes no podrán disfrutar del cuerpo de su delito, como consecuencia de que en las pasarelas sociales no podrán exhibir, como antaño, “megadivas, chapeadoras y cuerillines” incluidos, el desparpajo de lo mal habido. Que el político ladrón, será llamado en todos los lugares ladrón, como nombre propio, no como adjetivo. Que vea el ejemplo de Perú, Guatemala y Brasil, que no están tan lejos.
Que el lodo donde el dice que lo quieren llevar a un paseo vespertino de natación, ha sido formado, creado, fomentado, parido y amasado por las acciones de un gobierno que solo en publicidad ha gastado una fortuna tan grosera y espantosa que el escándalo de Odebrecht parecerá un pellizco de ñoco, gastos realizados de manera omnímoda y medalaganaria, para favorecer a estulticias punibles y descerebrados; ese lodo lo ha creado la OISOE y la falta de acción real contra los reales responsables de los tristes acontecimientos que dieron lugar al suicidio casi homicidio de un Ingeniero en sus instalaciones, lo que destapó solo la puntica de un nacío purulento que aun existe en este país, y que ese lodo temido le impide ver lo que todos vemos.
Ojala que el ejercicio de transparencia que mediante bulto mediático pretende venderse como “funditas de humo”, sea el inicio, aunque lo dudo, de que el imperio de la ley como dijo Rousseau sea el único que realmente exista en nuestro amado e “inagotable” país.