El pueblo ha notado con tristeza y preocupación ciertos “movimientos” de dirigentes políticos de un partido a otro disfrazados de estrategias pero que en el fondo lo que subyace es un mercado de compra y venta, motivado por razones económicas ligadas a intereses personales lo que a la postre convierte al ejercicio político en una actividad prebendista, clientelista y desconcertante.
Estos “pasos” se producen a escasos días de las elecciones pautadas para el próximo 15 de mayo, ante un electorado que luce confundido y decepcionado y que se pregunta ¿Quién nos representa a nosotros? ¿Están los partidos políticos en la capacidad de pensar en los intereses de la nación cuando realizan “movimientos” de un partido a otro?
El transfuguismo que afecta la democracia dominicana, todavía con un escaso desarrollo, es la forma de comportamiento en la que un individuo, como representante popular democráticamente elegido, abandona la formación política de origen para pasar a engrosar las filas de otra.
Afecta del desarrollo político de dos maneras: la primera es que sus electores votaron por las propuestas que dicho líder o representante propugnó en un momento determinado y la segunda es que su credibilidad queda en entredicho ya que por lo general es motivado por razones económicas y de conveniencias personales.
Es por esa razón que el mejor escenario para los tránsfugas es la antesala a unas elecciones. En el mercado político clientelista adquiere mejor precio. En algunos casos se filtra la información de los millones que recibió al momento de su compra.
Este ejercicio espúreo de la política de compra y venta de adhesiones sólo puede eliminarse con un electorado más consciente, y es el deber de que movimientos cívicos y organizaciones sociales de base lo hagan entender.
El transfuguismo es una especie de estafa electoral y es promovido por los principales partidos políticos del país, que hacen galas de despilfarro de recursos comprando votos y adhesiones de “líderes” políticos importantes y juegan a la mala memoria de un pueblo que tiene un electorado que es poco consciente del daño que este comportamiento genera.
Las migraciones tránsfugas al ir de un partido a otro, de alguna manera constituye un abandono descarado en alguna medida la voluntad popular expresada en las urnas. En este sentido, el cambio de partido a otro por más discursos que quieran justificarlo, es una suerte de fraude para con los electores y posteriores representados, ya que cambian de manera negativa, las correlaciones de fuerza que no son producto de las elecciones sino de los intereses políticos, haciendo prácticamente imposible que los ciudadanos se sienta identificados o representados.
Ejercer el voto de manera crítica es la tarea de cada elector, consciente de que el futuro de la nación está en juego, por lo que les propongo un slogan: “Pensar, luego votar”.