Una secuencia acumulada de situaciones se han presentado durante las últimas décadas en el espacio geográfico localizado al suroeste del país; un proceso legal por la recuperación de Bahía de las Águilas, intervenciones de exploración minera y sus conflictos con los suelos de vocación agrícola, irregularidades en el control fronterizo, aumento en el nivel de agua del Lago Enriquillo, la esperada Presa de Monte Grande, la ausencia de oportunidades y su impacto en los procesos migratorios hacia la capital; eventos que de una manera u otra impactan en la dinámica social y económica de un territorio caracterizado por abundantes recursos naturales y precarias oportunidades.

Con la visita del Presidente a la provincia de Pedernales nos encontramos ante un nuevo capítulo de esperanza para esta zona, ya que el anuncio del desarrollo turístico de Pedernales es la mejor oportunidad para impulsar el desarrollo sostenible e integral de toda la región suroeste, la cual a pesar de las dádivas y ayudas que pudieran llegar en un momento determinado, no tiene las herramientas endógenas para impulsar el desarrollo que requiere este territorio y su gente, en beneficio de todo el país.

Las proyecciones oficiales a la fecha indican que la zona en cuestión compuesta por siete provincias (Azua, Barahona, Baoruco, Elías Piña, Independencia, Pedernales, San Juan) y cuarenta y siete (47) municipios apenas tiene un total de 890,997 Habs.[1], representando un 8.6% de la población; ubicada en una extensión territorial de 14,192 Km², para un 29.32% de la superficie total del territorio nacional y una densidad regional de 62.78 Habs./Km², muy por debajo de la media nacional ascendente a 217.46 Habs./Km² (ONE-2020)

Sin lugar a duda esta zona integrada por una importante superficie de áreas protegidas ascendente a 4,239.55 Km², correspondiente a un 29.42% del total de la región, tiene una variedad en la cobertura de suelos, un sistema de asentamientos humanos disperso por todo el territorio, una presión continua a nivel fronterizo y un proceso de despoblamiento que ha reducido la población de 13.90% (1970) a 8.53% (2020) del total nacional. Situaciones que deben ser atendidas a través de una visión regional complementaria para enfrentar las necesidades históricas esparcidas por todos los rincones de su territorio.

Colocar el Sur en el centro significa atender las demandas de la población que allí se encuentran, propiciando la habitabilidad básica de su gente, a través del acceso a viviendas dignas, la creación de oportunidades para el desarrollo productivo y la generación de capacidades para las presentes y futuras generaciones.

Para estos fines se requiere propiciar el desarrollo endógeno del territorio en cuestión, junto a los tomadores de decisiones y a los actores relevantes de la región; impulsando inversiones de calidad, construyendo el capital social que de sostenibilidad a los procesos e instalando una institucionalidad comprometida con elevar la calidad de vida de los ciudadanos, sin importar el lugar de la República Dominicana en el cual haya nacido. En definitiva, colocar el Sur en el centro, es diversificar la mirada sobre todo el territorio, sin concentrar la atención en un solo lugar.

 

  1. Proyección 2020 (ONE)