Barrio Chamberí-Calle Trafalgar-Madrid.

Aquí no hablamos de Nueva York, de la Gran Manzana. Ni siquiera hablamos del Nueba Yol de Balbuena, aquel personaje de Luisito Martí. Ni tampoco hablamos de la ciudad de los rascacielos y de los ratoncitos enanos y las cucarachitas tuertas que se pasean por todas partes y hablan inglés en el Washington Heights.

Aquí hablamos de un compatriota dominicano nacido en Juncalito, criado en el barrio Luperón y ex policía de profesión, a quien todo el mundo conoce como “Nuebayol”, que pasó siete años “guardado” bajo la sombra en el “Attica Correctional Prison Center”. Esta es su historia, contada con pelos y señales por él mismo, en el ristorante italiano, “Da Giuseppina”, de Chamberí, donde lleva once meses lavando platos.

-Mi sueño dorado es el de regresar a Nueba Yol- nos dice.

-Desde que llegué a la Gran Manzana con visa de turista, el taxista me llevó directamente a Broadway con la 135 del West side, donde me consiguió el “trabajito”.

El taxista le dijo que lo iban a entrenar como “relacionista público” de la empresa, que era la dueña de los taxis. Por eso nuestro hombre se puso más feliz que una lombriz en tiempos de agua, después de una sequía del mismo diablo, como la que ha estado pasando el pueblo dominicano desde que los políticos se encargaron de robarle todos sus recursos. ¡Una sequía de lesa humanidad!

Allí mismo se relacionó con un amigo que había sido su compañero de travesuras cuando ambos eran policías rasos en Guachupita.

-Esto será una papita para ti- le dijo el ex policía, ya convertido en un dominican-york reglamentario- serás nuestro relacionador público y lo único que tienes que hacer es repartir los paqueticos que yo te entregue a los clientes que yo te indique. Te pagaremos $500 verdes al día para empezar.

Por poquito se le salen las pupilas de la alegría a Nuebayol. “¿Uté se imagina ese paquetazo de billetes verdes en mi bolsillo izquierdo al final del día?” “¡Eso le da a uno má seguridá que una jodía 45!”.

El caso fue que Nuebayol pasó dos años viviendo como un pachá, dando bandazos y entregando los paqueticos que le entregaba su ex compañero recluta. Así hizo suficiente pasta como para alquilarse un apartamentito de dos habitaciones en el Bronx y hasta se compró un toyotica Corola, independizándose de la esclavitud del subway. Por dos años seguidos el recluta vivió mejor que un general de brigada…porque de ahí pa’rriba ellos viven aún mejol, según él mismo decía.

-¡Bingo!- gritó por la radio el detective irlandés cuando abrió el baúl del Corola. Allí encontró más paqueticos blancos que’l carajo.

Cuando los otros detectives entraron a su apartamento del Bronx encontraron una colección de paqueticos blancos de todos los tamaños, como copias organizadas en la Biblioteca Nacional de todas las Constituciones dominicanas “reformadas” para

reelegirse una y otra vez.

Cuando uno de los inspectores le preguntó qué tipo de trabajo desempeñaba, él contestó de inmediato:

-Bueno, ese fue el único trabajito que encontré al llegar a la Gran Manzana. Además, todavía no tenía mis papeles en regla.

-¿En qué consistía ese trabajito?- insistió el detective.

-Adió. carijo, yo era el relacionista público de la empresa.

El caso fue que, después de transarse con los fiscales, como hizo el capo de Elías Piñas, Nuebayol se pasó siete años en Áttica como “relacionador público” entre los pequeños traficantes (un calié entre los demás calieses) y lo dejaron libre por “buena conducta”, aunque la condena había sido de diez años. Lo empacaron en un avión privado, junto a casi doscientos dominicanos que habían cumplido ya su condena, y lo  extraditaron a su país de origen, Republica Dominicana. Por ahí ahora andan todos confusos y confundidos como perros por su casa. Algunos se han rehabilitado y están contribuyendo con sus comunidades; otros andan realengos y haciendo de las suyas como antes. Por eso allí conviven, mansos entre cimarrones, más de 10.000 ex convictos que han cumplido condena en los EEUU.

-La mafia dominicana está en todas partes del planeta-nos dice Nuebayol- ellos me conectaron con el mundo. Después de vegetar por tres meses en Santo Domingo, me consiguieron una combinación hacia Estambul, vía Haití-Buenos Aires-Turquía. Llegué a España con pasaporte rumano falso y ahora me voy a casar con una española para obtener la ciudadanía europea. El problema es que aquí no hay trabajo y tres de cuatro familias viven debajo del umbral de la pobreza- nos dice Nuebayol como un profesor universitario especializado en estadísticas.

-Tan pronto obtenga la ciudadanía europea me iré de nuevo a la Gran Manzana.

Nos cuenta el ex policía que hace unos meses hicieron una redada en el

“Da Giuseppina” en busca de trabajadores indocumentados. Cuando le preguntaron si él era uno de los empleados del restaurante, les contestó en puro italiano:

-No, non so dei lavoratori, soltanto labo piatti (no, no soy uno de los empleados, solamente lavo platos). Ante el asombro de los guardias, el dominicano insistió en italiano (aprendió a parlarlo mientras lavaba los platos):

-Ma, il mio piú grande sogno e di tornare a Nueba Yol. (Mi sueño más grande es el de retornar a Nueba Yol).

-¿Y por qué no te vas de nuevo a Santo Domingo?- le preguntaron.

-¿Y a bucá qué? Yo sigo soñando con el sueño americano.