Con frecuencia la gente cree que encontrar hidrocarburos en un determinado territorio es un asunto de  “hacer agujeros” o seguir los indicios de brotes sostenidos. La realidad es que los dominicanos tenemos emanaciones espontáneas desde hace muchos años, pero seguimos sin la certeza de saber si en tierra y mar territorial existen reservas de hidrocarburos interesantes desde el punto de vista económico.

El Ministerio de Energía y Minas decidió recorrer el camino de la ciencia y las mejores prácticas internacionales en la materia. Comenzó con la recuperación de toda la información geológica, geofísica y geoquímica resultante de campañas exploratorias que se realizaron en el transcurso de más de un siglo. De este modo fueron recuperados 21,500 kilómetros de líneas sísmicas, más de 1,490 mapas y planos, 805 perfiles sísmicos y 212 registros de pozo, entre otros datos valiosos con un costo estimado -que el Estado no tuvo que pagar- de más de US$145 millones.

¿Pero qué hacer con toda esta información?

La decisión fue diseñar, implementar y administrar la Base Nacional de Datos de Hidrocarburos (BNDH), que no es más que un compendio y archivo digital de la información recuperada y de toda nueva que pueda producirse. Ella permite acceder, descargar y relacionar muchas variables para interpretar y evaluar el potencial de hidrocarburos en la Republica Dominicana.

Este primer pilar facilitó el ascenso por la escalera del despeje de la vieja y brumosa incógnita de si hay o no hidrocarburos en el territorio nacional en cantidades prometedoras y de calidad y costo de extracción y producción rentable a los precios de mercado. 

La continuidad del programa exigía una metodología correcta. La única vía moderna y probada para evaluar los parámetros que caracterizan a los yacimientos hidrocarburíferos -de aceite y/o gas en nuestro caso-, resultado de decenios de avances tecnológicos y mejora continua de los enfoques empleados, es el concepto de sistema petrolero. Su empleo no solo es de crucial utilidad en la búsqueda de acumulaciones y caracterización de yacimientos, sino que se entiende como la mejor forma de optimizar recursos humanos, materiales y económicos. Se trata de un sistema natural que incluye todos los elementos y procesos geológicos esenciales para que un yacimiento de gas o petróleo exista en la naturaleza. Este sistema se aborda como un modelo dinámico con las siguientes entradas: cuenca sedimentaria o acumulación de sedimentos o materia orgánica; su transformación mediante procesos conocidos como diagénesis y catagénesis, y generación de petróleo o gas que finalmente pueden acumularse en una trampa.

Consecuentemente, un sistema petrolero involucra un volumen de roca generadora activa con todo el aceite o gas relacionado,  incluyendo los elementos esenciales, como son los diferentes tipos de rocas participantes: generadoras, almacén, sello y de sobrecarga. Estas últimas son las que proveen el sepultamiento necesario para la madurez de las rocas generadoras,  moldeando la geometría de las trampas y las vías de migración.

Como un sistema es un conjunto de elementos en interacción dinámica permanente, no podrían faltar en tiempo y espacio los mencionados elementos esenciales (la llamada sincronía). Es decir, la falta de uno de ellos o de los procesos conexos es suficiente para descartar toda posibilidad de encontrar un yacimiento prometedor.

Ahora bien, luego de interpretar la información disponible para la construcción de modelos geológicos y analizar los Sistemas Petroleros en las cuencas de la República Dominicana, se impuso la determinación de la metodología para la identificación de las áreas de interés. Agotada esta tarea, resultaron finalmente seis zonas según cuencas: de Enriquillo, Azua, San Juan, Bahía de Ocoa, Cibao Oriental y San Pedro de Macorís.

La caracterización de estas zonas exigía la adquisición de nueva sísmica, particularmente respecto a las que evidenciaban mayor potencial. Esta nueva información permitiría, luego de su adecuada interpretación, perforar pozos exploratorios profundos para recopilar información litológica (características de las rocas), cronoestratigráfica (edad de los estratos rocosos), registros, datos de temperatura, presión y porosidad, etc. Este trabajo conlleva a la identificación de niveles generadores más profundos, sin los cuales no podría procederse a los análisis geoquímicos (de sedimentos) para establecer la calidad de las rocas generadoras y la llamada cinética de transformación materia orgánica- hidrocarburos a partir de una muestra de roca generadora inmadura.

Con toda esta información finalmente se procedería a la actualización de los modelos de los modelos de Sistema Petrolero. Paso a paso el ministerio cumplió con cada uno de los desafíos expuestos junto a empresas de clase global como Slumberger. También cumplió oportunamente con las exigencias contractuales, de esquema fiscal y regulatorias. Entre estas últimas destaca la elaboración y promulgación en 2016 (Decreto 83-16) del Reglamento de aplicación de la Ley 45-32 de Exploración y Producción de Hidrocarburos del año 1956…¡sesenta años después!

De todo lo dicho el lector puede imaginarse el gran esfuerzo técnico e institucional que está detrás del anuncio de rondas petroleras y subastas de bloques. En cuanto a la adjudicación de la cuenca marítima de San Pedro de Macorís a la corporación norteamericana Apache, la inversión de esta empresa de 85 millones de dólares en investigación y perforación profunda durante cuatro años en busca de gas natural, nos habla de que la existencia de reservas aprovechables de hidrocarburos en el territorio nacional no es una posibilidad tan remota como pensábamos.