Los escándalos sexuales que en los últimos tiempos han protagonizado dignatarios católicos de todos los niveles en la República Dominicana, no son nada casual sino el reflejo local de un problema que afecta a la Iglesia Católica en todas partes,  incluyendo la Santa Sede. La prohibición de las relaciones sexuales y del matrimonio, presiona los religiosos católicos que se ven impedidos de esta demanda natural por una prohibición  inhumana. Esto ocasiona los desenfrenos que no solo transgreden las mismas normas religiosas sino las de competencia de  justicia ordinaria.

A pesar de que en su papado no lo eliminó, el Papa Juan Pablo II dijo en 1993 que “el Celibato no es esencial para el sacerdocio. No es una Ley promulgada por Jesucristo”. Si no fue impuesta por Jesucristo ni está en la Biblia, parece inexplicable cómo las autoridades eclesiásticas han impuesto tal inconsecuencia. Racionalmente no se justifica que Dios exija a quienes les sirven como sacerdotes, abstenerse de una función humana que él mismo proporcionó a la naturaleza del hombre. Esta aberración se origina en tiempos anteriores a la Inquisición, pero es tan despiadada e irracional como ésta.

A pesar de que los mismos apóstoles y los primeros Papas fueron en su mayoría hombres casados y con familia, el Concilio de Nicea en el año 325 impuso por primera vez el Celibato en el Sacerdocio. Sería a partir de ahí una desafortunada prescripción que causaría innumerables problemas a la Iglesia Católica.

La norma tendría importantes defensores a través del tiempo. Uno de ellos fue San Agustín en el siglo V, quien llegó a decir que “las caricias de una mujer envilecen el espíritu de un hombre”. Él fue uno de los más importantes Teólogos de la fe cristiana pero….decir semejante barbaridad, no es nada sensato a pesar su alto nivel de conocimientos filosóficos. San Agustín tuvo hijos, lo cual es contradictorio a su concepto de las relaciones con una mujer. En el Siglo VI Gregorio El Grande expresaría, “todo deseo sexual es malo por sí mismo” ¿Cómo se explica que sea “malo por sí mismo”, algo que el creador hizo inherente a la misma naturaleza humana?

A través de los siglos, otros eminentes religiosos  apuntalarían la aversión a la mujer y a las relaciones sexuales como un acto irreconciliable con el servicio a la fe católica. Sin embargo, estas normas arbitrarias nunca fueron aceptadas totalmente y desde un principio causaron infinidad de inconvenientes a esta religión. En el siglo IX, San Ulrico, un obispo de Augsburgo (Suiza) dijo que “la única manera de purificar a la Iglesia de los peores excesos del Celibato es permitir  a los Sacerdotes que se casen”. Una declaración sensata que aplica perfectamente a la situación actual de la Iglesia.

Mahoma, Calvino y Lutero, significaron importantes desprendimientos del Cristianismo  que rechazaron el celibato en las escisiones que provocaron a la Religión Católica. La Iglesia Anglicana abolió el celibato en la Reforma del Siglo XVI. Los más importantes sismas que ha tenido la Iglesia Católica, en alguna forma se originaron por el concepto errado de las relaciones hombre-mujer que impone esta religión.

La privación forzada de uno de los más grandes impulsos que tiene la naturaleza humana, no puede dar otro resultado que el trastorno de la conducta del hombre. Privar al ser humano de la sexualidad con el pretexto de convertir esa privación en un medio purificador para el servicio de Dios, es estimular todo lo contrario. La privación del impulso sexual en los religiosos es el origen de  la pedofilia, homosexualidad,  violaciones y en el mejor de los casos, la hipocresía de muchos que tienen una vida heterosexual oculta mientras predican moralidad y simulan ser célibes ante sus feligreses. Los recurrentes casos de perversión sexual de sus representantes, avergüenzan el nombre de la Iglesia Católica en todo el mundo.

Se asocia la renuncia del papa Benedicto XVI a principios de este año, a su impotencia ante la presión de un círculo corrupto o “Lobby Gay” incontrolado en lo que estarían vinculados importantes dignatarios en el mismo Vaticano. En todas partes del mundo los escándalos relacionados a la pederastia se producen constantemente. En nuestro país, entre otros casos, la sustitución del Nuncio Apostólico, Josef Wesolousky, los casos del padre Alberto Gil y Juan Alberto Mota, son los más recientes de acusaciones de pederastia. A los casos conocidos se pueden agregan  otros no publicitados que relacionan a eminentes  representantes de la Iglesia que llevan una vida  heterosexual, aunque solo es conocida por el rumor público.

A la Iglesia Católica se le va de las manos su empeño permanente por ocultar,  disimular y ser cómplice de hechos contrarios a la Ley en la cual incurren muchos de sus representantes y todo seguirá así hasta que no se elimine la absurda prohibición que impone el Celibato el cual tendrá que desaparecer como sucedió con la Inquisición y otras normas absurdas que esta religión mantuvo por años sin tener sustentación  racional, científica y ni siquiera teológica. Mientras tanto, el Celibato seguirá siendo una debilidad de los religiosos católicos que hace a su Iglesia cada vez más débil y desacreditada y fuente de los ataques más vehementes de sus enemigos; su Talón de Aquiles.