Por muchos años, la iglesia evangélica ha jugado un rol estelar en la co-gestión junto al Estado Dominicano en la orientación, capacitación y ayuda al pueblo dominicano en todas las regiones del país, por lo que la labor de denuncia y defensa de nuestros valores ya ha sido un tema agotado hace años.

El papel de la pregonar  los valores y el matrimonio diseñado por Dios no es un tema nuevo para nosotros.  Siempre hemos hablado de esos temas en  los cultos de los domingos con ayuda de la Biblia durante décadas.  El trabajo orientador desde los púlpitos ha sacado a miles de jóvenes de las garras del crimen y el delito.

La exégesis acerca de los valores y la soberanía son temas bíblicos.  No hace falta aclarar que en muchas ocasiones Jesucristo instó a través de los evangelios a ejercer una vida a favor de los demás y orientada a ejercer la solidaridad, el pacifismo, la misericordia ( basta con leer el Sermón del Monte)  y a ser “sal y luz de la tierra”.

Es por eso que decimos que la iglesia evangélica en el país así como en América Latina, ha sido una socia y aliada natural del Estado en políticas sociales  durante décadas a través del trabajo autogestionario, sin prácticamente ningún apoyo estatal en todas las comunidades del país incluso las más remotas. 

Por ejemplo, el Consejo Dominicano de Unidad Evangélica que agrupa alrededor de nueve mil iglesias en el país, hacemos mediciones del trabajo social de la comunidad, y nuestros pastores y líderes se involucran en sus problemas básicos.

En este trabajo, siempre hemos alertado a la sociedad sobre la importancia del matrimonio, la vida solidaria, la búsqueda del bien común, la defensa de los intereses nacionales y la identidad de la nación.

Escribo todo esto, porque ahora ciertos actores  del sistema político quieren dar a entender a la población que en estos momentos que  es coyuntural la denuncia que hacemos sobre las amenazas foráneas a nuestros valores y la soberanía.

Lamentablemente las amenazas se han agudizado porque por primera vez tenemos de frente a un representante diplomático extranjero que hace causa común con una minoría que quiere imponer estilos de vida, contrario a lo que creemos.

Tenemos el derecho a la autodefensa y llevar no sólo a los púlpitos esa lucha, sino a través de los medios que tengamos a nuestra disposición, incluyendo el llevar candidatos a espacios de políticas públicas u orgánicas del Estado donde se toman decisiones.

Si tomamos en cuenta el accionar del Señor Jesucristo cuando llevaba el evangelio, veremos que la denuncia contra la opresión y el señalar los males sociales era uno de sus puntos básicos.

Seguiremos cumpliendo ese rol de profético y de defensa a los valores siempre, pues es esa la labor de todo cristiano, tener presente que debemos construir una sociedad justa y de acuerdo a nuestra identidad como dominicanos.