El robo de “lo nuestro”.
Robo, hurto, pillaje, no importa el nombre, de todas formas duele. Cuando te roban te ofenden y humillan porque es el despojo descarado de un bien de tu propiedad. No importa que sea una prenda, un libro, o dinero, porque de todas formas lo hurtado es tuyo, lleva impregnado tu huella, tu esfuerzo, tu perfume, y tu nombre.
La sensación de despojo no es sólo humillante, también deja una sensación asqueante que afecta las emociones, el sentimiento y la economía del afectado. Los atracos generalizados, frecuentes, sin filtro, sin horizonte, y sin freno en calles, residencias, centros comerciales, parqueos, aceras y parques para llevarse carteras, billeteras, prendas, lentes, celulares y hasta la cabellera si saben que tu melena es un suplente, no sólo atemoriza a la gente, las afecta culturalmente.
En nuestro país hace dos décadas escuchabas de robos en forma de “noticia”, le sucedía “al del frente”, no era cosa frecuente. Desafortunadamente estos eventos empezaron a presentarse con más asiduidad de la esperada, al tiempo que nos enterábamos de la creación de “maras” y agrupaciones de delincuentes. La sorpresa es que aparentemente no se hacía nada radical para detener la ola que se multiplicaba exponencialmente.
Hoy, cada familia cuenta su historia, la del propio núcleo familiar, y del extendido. Es un tema obligatoriamente presente. En contraposición, el gran problema es que quienes como servidores públicos debían ocuparse de la prevención y disminución del desorden, en su mundo virtual afirman y prodigan que todo es percepción y comparan con los paises de peores delincuencias. Porque no hacen la comparación con aquellos donde es leve y poco frecuente? El cotejo o equiparación es un chiste de mal gusto, que inconsecuencia con la realidad de un pueblo otrora pacífico y decente!
Otro chiste incoherente es que quienes hablan de percepción no respetan ni el semáforo, y tantos ellos, sus familias y frecuentes andan protegidos hasta los dientes. Mas aún, sus residencias parecen bóvedas blindadas por las cuatrocientas paredes!
La delincuencia frecuente se ha convertido en robo de cultura, o más bien “borra la cultura”, porque la delincuencia, asociada a la criminalidad, ha desvanecido mucho de la cultura nuestra. Quién se atreve salir a caminar y platicar para “bajar la cena”? Quién dice “voy caminando donde Juanita para ver allá la novela”? Se escucha todavía “voy a hacer la tarea en casa de Fiquita y vuelvo ahorita”? Quién dice “mejor voy caminando hasta tu casa para hacer ejercicio”? Cuales vecinas cruzan la calle para llevar “el platico de cena al frente”? Y quiénes se atreven a caminar para juntarse en la esquina con un grupo que canta villancicos? Y las serenatas, a ver quién se atreve! La lista es más larga que la carretera de la Capital a la frontera! Entonces, podemos afirmar, plagiando al mil veces aterrado Don Truco “Nos han robado lo nuestro”!