Desde tiempos  cercanos a la fundación de la República hubo en el país centros de enseñanza de arte.

Hoy hay  artistas dominicanos que sufren situaciones en las que personas educadas  y ocupando niveles de prestigio responden  a cualquier planteamiento sobre arte dominicano con la siguiente frase.

–“Yo de arte no sé nada”- y paso seguido comienzan a teorizar sobre temas tan complejos.

Sobre el asunto se da un caso que sirve de muestra. Desde muy temprano se encargó de mi educación una profesora que estudió  en las primeras décadas del siglo pasado y se graduó como Maestra Normal Institutriz de Primera Enseñanza. Ella fue discípula de Ercilia Pepín, de la Escuela de Hostos.

Yoryi Morel pintó en la época dos retratos del músico llamado “Colorao”, que entonces amenizaba  en Santiago fiestas populares.

El  Maestro Morel le ofreció en venta uno de los dos  retratos a aquella maestra normal (como se decía entonces), que era hija de Colorao.

El precio del retrato sería de veinte pesos y la adquiriente  pagaría al artista  cinco pesos semanalmente.

En la mitad de los años setenta algún interesado aprovechando un descuido le ofreció a la hija del músico que ya era octogenaria cincuenta pesos  por  la obra de Morel.

Hoy el retrato aparece en lujosos catálogos con los que el Banco Central muestra su colección.

En cuanto al otro retrato, debemos suponer que todavía se expone en una de las salas del Palacio Municipal de Santiago. Allí lo vi hace varios años.