Santo Domingo.- ¿Es que nos estamos volviendo locos? ¿Qué es lo nos pasa a los dominicanos?
Hombres despechados que continuamente matan a sus esposas o ex parejas, novias o amantes; jovencitos que se ahorcan sin que se sepan los verdaderos motivos; un niño de once años que mata a su amiguito porque no le visitaba, con una pistola propiedad de su padre; ancianos de vergas caidas que tratan o logran con esfuerzos violar niñitas de apenas meses; jóvenes que deshonran a sus padres con el consumo de drogas o matando por cualquier razón; criminales convictos y confesos que, después de ser sentenciados salen fácilmente de la prisión; empresarios de metaleras que compran cables y materiales robados, sabiéndolo, sin que sean sancionados, en un negocio que parece no tener fin, y paro de contar.
¿Qué nos pasa?
Los siquiatras hablan de la inversión de valores; los sacerdotes acusan sin que algunos de ellos mismos sean acusados; los políticos claman por frenar la delincuencia, anque no pudieron hacerlo cuando estuvieron en el Poder; los sociólogos hacen uso de su sapiencia para tratar de explicar estos fenónemos, sin proporcionarnos "recetas" viables; la prensa grita, clama, propone, sugiere, exige que se ponga fin a esta barbarie que nos arropa, sin éxito alguno.
¿Qué nos pasa?
La Policía hace su trabajo, apresando a variados tipos de delincuentes, pero la Justicia los pone en libertad en base a un maldito Código Penal que solo parece protegerlos, no a las víctimas.
¿Qué nos pasa?
Creo que sería bueno recordar aquel famoso editorial escrito en 1970 por Freddy Gatón Arce, entonces director de El Nacional, cuando existía la famosa "banda colorá", asesina de opositores al fallecido Presidente Balaguer: "¡Alto!¡Deteneos! ¡Miserables! (No recuerdo bien si esta última expresión fue la correcta, pues pudiera ser "¡bandidos"!)
Pero sería una inutilidad, porque los criminales de hoy son enfermos mentales, muchos no saben siquiera leer, y si acaso son protegidos por personajes influyentes, la Ley no les tocaría.
¿Qué nos pasa?
Se exige a estudiantes dominicano-haitianos documentos de extranjería, cuando ni siquiera alguna vez en su vida han visitado a Haití, con medidas administrativas aplicadas por Migración, con efecto retroactivo. Se alega que no pueden ser dominicanos hijos de haitianos ilegales, cuyo único pecado fue venir al país a cortar caña, algunos durante más de cincuenta años, sin que hayan sido compensados como se debe. Si se acepta que una ilegalidad no da lugar a una legalidad, en el país habría que derogar un montón de leyes, reglamentos y decretos expedidos por gobiernos ilegales, como el Triunvirato surgido tras el Golpe de Estado de 1963 contra el Gobierno legítimo de Juan Bosch, por ejemplo, para citar uno solo.
¿Qué nos pasa?
Es un secreto a voces que en casi todos los gobiernos los funcionarios se hacen ricos de la noche a la mañana, pues parece que soy muy "ahorrativos". Las pruebas de sus desmanes se muestran en programas de investigación que aparecen en la TV, sin que la Justicia se anime a investigar, a pesar de sus ostensibles riquezas. Como los representantes de la Justicia no son pollitos, no dicen "ni pío".
Es por eso que el ciudadano común tiene la creencia, bastante afincada, de que en nuestro país "todo se resuelve con dinero o con influencias", triste ejemplo para una juventud sana, en sentido general.
¿Qué nos pasa?
Los que hablan de institucionalidad no respetan decisiones de los tribunales, ni siquiera del Tribunal Superior Electoral. No respetan las cerfificaciones de organismos internacionales y del propio Presidente de los Estados Unidos, que reconocieron el triunfo de Danilo Medina como Presidente Electo, a pesar de algunas irregularidades que, aunque ciertas, no alteraron significativamente la decisión del pueblo dominicano en las urnas en las elecciones del 20 de mayo pasado.
Gente que parece honorable pontifica en la televisión contra la corrupción, pero no hablan de la suya propia, producto del saqueo al Estado y de los beneficios que les reporta ser amigos de los gobernantes de turno. ¿En manos de quién están muchas de las empresas y tierras del Estado? Chupe usted y déjeme el cabo, como decía el fallecido periodista de derechas Pedro A. Bobadilla.
Los empresarios-sindicalistas del transporte, los buhoneros y otros truhanes de igual calaña doblegan a los gobiernos cada vez que se les exige cumplir la Ley. Hacen paros ilegales e impiden a los empresarios privados utilizar sus furgones para sacar mercancías de los muelles. Y en el caso de los buhoneros, el Alcalde de Santo Domingo descalifica al funcionario del Ayuntamiento que dispuso su desalojo de los pasos peatonales, en cumplimiento de leyes municipales.
¿Qué nos pasa, carajo, qué nos pasa? ¿Es que necesariamente hemos retornado a la barbarie?