Retirarse de cualquier actividad, negocio, grupo u oficio, es de las decisiones más difíciles de tomar y enfrentar. Creemos que retiro es sinónimo de fracaso y no es así, aunque sí podría convertirse en esto si no se hace en el tiempo que es debido.
Tampoco estoy con la tesis de que uno se debe retirar en la cumbre, pues retirarse estando en el mejor momento, es una muestra de cobardía e inseguridad.
Decidir retirarse debe ser lo más normal, sin ninguna lucha, ni ir contra la corriente. Es comprender que no todos los pleitos se echan. Es saber que todo lo que nace, debe morir algún día. Quien no entiende esto y no sabe cuándo dar el paso, puede ser víctima de ser retirado de manera forzosa, ser desconsiderado, humillado y dar pie a faltas de respeto. Lo que pudo ser el mayor de los éxitos, se convierte en fracaso.
No a todos el retiro le llega en el mismo momento, ni en la misma situación. Uno mismo debe ser lo suficientemente valiente y astuto para decir “hasta aquí”, conservando así la dignidad y respeto que se le tiene, incluyéndose a sí mismo.