En la calle 18, o Bohechío, casi con 27 de Febrero, donde empieza el Ensanche Quisqueya, al lao del Cerito de Oro, uno ve desde lejos mensajeros con camisas azules y motoconchistas con gorras, empleados bancarios con traje y corbata en este calorazo y algunos anónimos viralatas, rodeando una camionetica con un toldo mamey. El observador chejoviano adivina, antes de ser atracado por el intenso aroma, que en esa camionetica se vende comida con mucha grasa, y acierta.

Un hombre con un delantal de rayas es el dueño de este restaurantico ambulante. Antes de ser un Chef Dueño tenía un empleo odioso, mal pagado, sin futuro y con un jefe medio bruto y necio entero. Ahora, aunque el trabajo es duro y el caliente que soporta día a día al lao de un anafe de gas es parecido a la eterna temperatura en el Infierno para los que pronuncian mal la palabra Sinopsis y además agregan una H muda a su nombre, se siente feliz de ser su propio jefe.

—Yo ante tenía un jefe jodonísimo, ¿tú ve?, y un día pasaba y vi que por aquí siempre habían mucho motoconchita y otra gente que trabajan en banco, y en el Cerito de Oro, y ademá mucho obrero porque tan contruyendo mucho edificio por aquí, así que me metí en un lío y compré eta camionetica, ¿tú ve?, y le hice un diseño de tubo atrá pa ponele una lona y fui a un taller y le dije que me hagan un anafe pero con ga, y me lo hicieron y el reto e hitoria ya, ¿tú ve?

El menú es sencillo y dominicano: salami frito, tostones que siempre están blanditos por su técnica de dejar los plátanos en una cubeta con agua, espaguetis rojos y gordos, empanadas de queso y pollo y vegetales. Todo esto bajado con jugo espeso de chinola con avena y limón.

—Yo me levanto a la 4 y media, ¿tú ve?, levanto a mi sijo, que van a la ecuela en la tarde y empezamo a cociná lo epagueti, ya en la noche habíamo pelao lo plátano y picao lo vegetale, ¿tú ve?, tú sabe que lo totone se fríen en el momento, así como el salami, también en la madrugá e que meclo la chinola con la avena y eprimimo lo limone pa que no le quede rechín al jugo, ¿tú ve?, mi mujer no me ayuda porque ella tiene su propio negocio, pero lo de ella son lo patelito, ¿tú ve?

En un caldero moteado hierven, cogiendo gusto en aceite rojo, los tostones aferrados a las ruedas de salamis como náufragos a salvavidas; una olla con tapa contiene a los espaguetis que como víboras bermejas parece que van a salir arrastrándose al menor descuido. Galones con jugo y una neverita para el hielo en una esquina. Sobre una meseta de madera, donde se corta el salami, se majan los tostones y se amasan las empanadas, envases plásticos con pollo y queso y vegetales picados y una vitrina para las empanadas, debajo, el dinero.

—Eto no e fácil, ¿tú ve?, de aquí yo salgo como a la sonce, de una ve arranco pal mercado a comprá lo produto frequecito, llego a mi casa y como, y me acueto un rato, ya en la tardecita empieza el trajín, ¿tú ve?, ante yo vendía como cien plátano diario, ahora no, ahora son como 60 na má, e que tenía mucho etré, taba como nervioso, por eso le bajé algo a la produción, ¿tú ve?, por eso e que yo no brego con la yuca, que la yuca me daba mucho etré, porque la yuca te daña una venta, ¿tú ve?, alguna vece sale buena y se abre suavemente, pero mucha vece sale dura y amarga, el plátano no, el plátano e confiable, anti etré ¿tú ve?, yo tengo cliente de toda la clase, vienen obrero de contrución, vienen la cajera de lo banco que tan por aquí y siempre se paran yipeta y mercede con gente millonaria, porque si algo tenemo lo dominicano e que no guta desayuná pesao y con cosa bien frita, ¿tú ve?

—A mí dame un servicio con espaguetis.
—A mí dame otro pero con salami.
—A mí dame uno doble con salami y epagueti y échamele mucho totone que me toy muriendo de hambre.

Los comensales se sientan en un banco largo, algunos prefieren degustar parados. Discuten de todo: política, pelota, lotería, gallos, celos, carros, clima; algunos son muy bestias y tiran la basura al suelo. Precisamente un bestia de esos limpia con un tostón lo que queda de espagueti en el plato foam; se lo mete a la boca entero, masticando lentamente, saboreando hasta la última migaja; se pasa la lengua por los labios y suspira mirando el cielo… "Pue parece que va a llovei", musita cuando por fin el éxtasis de sabor libera el cerebro y recupera la facultad de musitar.