Haré un análisis breve sobre las representaciones e imaginarios sociales detrás del reparto de cajas navideñas que el expresidente Leonel Fernández realiza y cuál ha sido su tratamiento en la prensa nacional para el día 23 de diciembre de 2019, víspera de la tradicional cena. Digamos brevemente que las representaciones sobre el hecho noticioso están constituidas no solo por las imágenes (fotos del hecho y del personaje en primer plano), sino por los términos usados ya que las referencias semánticas configuran un cuadro del hecho apelando a unos imaginarios sociales de fondo, presentes en nuestra realidad social. Tomaré como corpus de análisis tres resultados obtenidos por una búsqueda simple en Google con la etiqueta “Leonel Fernandez cajas navideñas 23 de diciembre de 2019”. Es claro que los datos presentados en esta búsqueda simple se seleccionan acorde a la etiqueta empleada. Este es el único algoritmo involucrado.

Con la intención de prolongar el asunto en la memoria colectiva a través de la opinión pública, el equipo de prensa del candidato inicia el tema con el anuncio del reparto, dando ubicación y logística a través de una nota de prensa. El apelo aquí es al gesto “tradicional” del expresidente. El día de la entrega, el 23 de diciembre.

El día de la entrega se soluciona el escollo de la negación del pabellón de Karate trasladándose a “las afueras de su oficina política” (https://bit.ly/39jelQU).  La redacción del diario subraya a través de un estilo indirecto (uso de la tercera persona) que se entregó “canastas navideñas a sus seguidores, simpatizantes y la población en general”. El uso de la expresión “canastas navideñas” no tiene la misma representación en nuestro imaginario social que el de “cajas navideñas”. Añádase al cambio semántico la enumeración acumulativa de los receptores: seguidores, simpatizantes y población en general. La imagen que acompaña la noticia tiene al candidato en diálogo con la prensa y no el reparto de las cajas, por lo que el referente “canastas navideñas” es magnificado, invisibilizando las “cajas”.

Al mediodía, en Diario Libre, una periodista ha hurgado en el contenido de las “cajas” y ha expuesto los receptores de las “cajas” como “personas pobres” (https://bit.ly/2SvG5vD).  La periodista coloca al diario como el responsable de hurgar en las cajas y dar el contenido de estas a través de una foto en primer plano. Señala la acumulación de personas desde tempranas horas, clasificadas por sexo y edad. A todos ellos se le atribuye la misma conducta: el forcejeo por un puesto para llevarse una caja. Termina la noticia con el equipo de campaña intentando organizar el tumulto y sus respectivos atuendos propagandísticos hacia 2020.

La tercera noticia del día es un testimonio con algunos de los presentes en la “extensa fila para las cajas entregadas por Leonel” (https://bit.ly/2t3Z1qO). Tres fotos indican el contexto: dos de ellas captan a los asistentes con sus atuendos verdes y una indica el contenido de la caja. En el cuerpo de la noticia se señala el contenido de estas “canastas” (comillas del periodista) enumerando lo visible en la foto y añadiendo un “entre otros artículos”. En estilo directo (Francisco) e indirecto (Evarista) dan testimonios de su necesidad para la cena de Nochebuena y del esfuerzo para hacerse de un turno llegando temprano. Ambos son adultos mayores que representan no solo pobreza, sino vulnerabilidad.

Como vemos, en las recensiones periodísticas del mismo acontecimiento hay unas representaciones de pobreza y no-pobreza en la elección de los términos “canastas” y “cajas”. Estas representaciones sobre el cómo satisfacer las necesidades inmediatas de la población más vulnerable se monta sobre el imaginario instituido del político como el salvador, el mesías que, desde el Estado benefactor, auxilia a los más necesitados. En ningún momento se habla de políticas públicas, de estado de derechos para garantizar empleos y salarios dignos; sino que se apela al proselitismo y el engrandecimiento de la figura política del candidato.

La mala práctica política es una tradición en nuestra democracia. Es más, nuestra incipiente y frágil democracia alimenta este imaginario mesiánico de corte populista, por ello es que un candidato, conocedor de estos, los utiliza en provecho propio y les da vigencia; negándose de este modo al cambio político necesario.