Los iniciados conservan secretos que han ido pasando a través de generaciones. Como si se tratara de viejas fórmulas, se ha preservado el arte de una explosión sentimental en el saxo. Lo notamos en una música que tiene a sus mejores representantes en los clásicos del género: en los 50s, John Coltrane, Sonny Rollins, Cannonball Adderley, Horace Silver, Art Blakey, Max Roach y Dizzie Gillespie, en los 60s, Charles Mingus, en los 70s, Miles Davis. Recomendemos no calcular todas las voces -desde Billie Holliday a Diana Krall- o contabilizar todos los nombres. De ahí las palabras famosas de Miles Davis: puedes decir la historia del jazz en cuatro palabras: Louis Armstrong, Charlie Parker (este último es el motivo de esta nota).

Por ejemplo, Miles Davis formó en 1955 su mas celebrado grupo, First great quintet, un quinteto maravilloso que incluía al saxo tenor Jhon Coltrane, (1926-1967), al pianista Red Garland, al bajista Paul Chambers y al baterista Philly Joe Jones. Los historiadores del jazz como Stanley Crouch perciben todas estas agrupaciones -todas estas bandas- y escriben todas estas historias. El sobrio estilo de unos es la antítesis del estilo monumental de otros. Se aplica el aserto literario de que el estilo es el hombre. El saxofonista alto, Charlie Parker, considerado como un mounstruo de la improvisación, sometía su disciplina al dictamen de la creación de sus solos. En el marco de un saxofón de plástico, como en la ocasión en que se dice que humilla a Gillespie, se pueden ver expresadas su mas originales ideas.

No olvido la primera vez que escuché a Charlie Parker, luego a Lester Young y a Coleman Hawkings, tres saxofonistas que empezaron a atizar en mi el deseo de perseguir una música que no era accesible. Creo que mucho de lo que se dice y no se dice es que el jazz, además de ser "música de músicos", constituye cierto tipo de "nihilismo existencial" -digamosle así- con lo que se deduce que Jean Paul Sartre estaría bien con una secuencia de Kind of Blue o Margarite Yourcenar podría entusiasmarse escuchando a Mimosa. En otras ocasiones, se queda uno con la impresión de que ser especialista en rock es un plus, lo que nunca te ha asegurado el acceso vip a los conciertos de Avril Lavigne. Podrás llegar a la casa de campo de Mick Jagger, estudiante de LSE, y comendador para los Juegos Olímpicos, amo y señor de sus Satánicas Majestades que han tenido recientemente un concierto en Hyde Park a sus 70 años?

Todo esto tiene que ver mucho con los gustos de cada cual. En la música este postulado cobra su sentido mas fuerte y parece una ley. Sabemos que los gustos musicales son variados: unas personas prefieren el reggaeton a la música clásica y otros se internan en la música tradicional o los ritmos africanos. Otros se sumergen -oleaje misterioso, vindicativo- en el techno mas desatado y otros coleccionarán miniaturas, minucias o reliquias musicales. Arribamos por este camino a la expresión del jazz mas irredento, ese que en algunas condiciones surge de improviso en cualquier esquina de Chicago o Nueva Orleans.  Recurrimos a Dixieland o nos internamos en el Bebop mas desesperado, aquilatando las versiones de una polifonía entusiasmada en la improvisación de los mejores, recurriendo a la legendaria capacidad de Coleman Hawkings -si acaso-, padre del saxo tenor o internándonos en las "salvajes" piruetas de Chet Baker.

Así, un día de estos he podido internarme en consideraciones plausibles. La música constituye uno de los instrumentos por excelencia -o requisitos- para la calidad de vida de los seres humanos. No tienes que ser un genio para calificar la genialidad de Charlie Parker. Tampoco quedarás atrás cuando consideres que la música de los viejos boleros te transporta. En nuestro caso, la música dominicana tiene ejemplos muy plausibles de verdaderos maestros.

Luego, se parte hacia una música que tiene mas que ver con la calma, una especie de soundtrack que eliges tener como un medio de ambientación cotidiana. En este sentido el jazz suave tiene una baza buena a jugar. Se narra la proliferación de los artistas actuales (Jeff Golub, Boney James, Paul Hardcastle, Jeff Lorber, Euge Groove, Earl Klugh, Vincent Ingala y el insuperable George Benson, entre otros). Sin embargo, es toda esta música tan luminosa como los viejos tiempos del jazz en la era del swing, el Bebop o el Cool Jazz?

Se puede decir que los instrumentistas mas destacados siempre tienen una especie de estilo o swing. Este, por encima de las incidencias mercadológicas, caracteriza la producción dándole una fisonomía particular a cada artista (gracias, Marcus Miller). De artista a artista, puede ser muy diferente la una de la otra, puede estar alejada de las corrientes normales de una época con lo que se convierte -por su originalidad intrínseca, de ahí el nacimiento de las corrientes musicales- en una especie de aporte que perdurará durante años. Aún hoy, Miles Davis sigue influenciando a los nuevos monstruos del jazz mas desatado. Lo acompañan Wayne Shorter, Larry Coryell, Gary Burton, Keith Jarrett, y Chick Corea, entre otros.

En los años 90s, algunos como Wynton y Branford Marsalis, Terence Blanchard, David Murray, John Carter, Henry Threadgill, Cyrus Chestnut, y Joshua Redman forjaron la escena con ritmos iniciáticos. Solo extraigo -de ningún modo es un canon- unos pocos de una lista que parece ser interminable. Ahora mismo se esta tocando un jazz muy experimental en Manhattan donde jóvenes jazzistas exponen de una manera muy sui generis todo un avance y una visión de la música muy diferente a la de los pasados monstruos. Tanto nos interesa esta música que ha de espiarse lo que está publicando el New York Times en la escena del jazz contemporáneo. Y es de entender que en el Blue Note -en New York- se esten jugando los límites de una expresión que nos conmueve a todos.

En el mercado del disco, ahora en formato digital, hallamos todas las opciones de una epoca perdida o rescatada. Por citar un ejemplo -nótese el último detalle que incluye la nostalgia en formato de antiguo vinil-, en la Record Store Day (Sony Music Entertainment) se estan incluyendo Coleccionables de Legado que incluyen 12 éxitos de Cheap Trick, Miles Davis, Bob Dylan, Harry Nilsson, Paul Simon, y Roy Orbison; 7 éxitos por Jimmi Hendrix, Sly y The Family Stone y Uncle Tupelo con CDs -como dijimos- en réplica de vinil.

En relación a Charlie Parker, Bird  -quien es el motivo esencial de esta nota-, desde hace muchos años, Stanley Crouch ha estado escribiendo una biografía del saxofonista, "Kansas City Lightning: The Rise and Times of Charlie Parker”, la cual se ha convertido en un libro casi mítico en los círculos del jazz. Escribirlo le ha tomado mas de 32 años. Esta biografía ha sido publicada esta semana por Harper Collins y es un libro que desde ya recomendamos.