La ciudadanía empieza a retomar la rutina perdida a causa de la pandemia por la COVID-19. Estudiantes y profesores vuelven a las aulas; personal técnico y administrativo de distintas organizaciones vuelven a sus oficinas… Trabajadores de la producción, proveedores de artículos básicos para la supervivencia y profesionales de la salud permanecieron en sus actividades durante gran parte del período de restricciones, pero la dinámica de sus familias se vio igualmente alterada. El coronavirus nos ha obligado a realizar cambios en nuestra vida cotidiana. Los hábitos y estilos de vida han tenido que ser modificados bajo presión, desafiando nuestra capacidad de adaptación y nuestra resiliencia.

Ya muchas empresas y centros educativos han planificado la forma de regresar a los espacios comunes, la mayoría integrando las personas de manera progresiva, a veces alternando los grupos en días presenciales y trabajo remoto. Se han esforzado en motivar a vacunarse y en promover el protocolo de autocuidado entre sus empleados, estudiantes y profesores. A pesar de eso, las autoridades de Salud Pública advierten la posibilidad de un rebrote a mediados de octubre a causa de este regreso; lo que nos exige un poco más de solidaridad para continuar el uso de mascarillas, el aseo frecuente de manos y la distancia interpersonal requerida para evitar nuevos contagios y asegurar la superación de la pandemia en el país.

Todos hemos sido afectados por la pandemia. El encierro inicial, la incertidumbre, las pérdidas de seres queridos, de amigos y de conocidos; las pérdidas económicas por suspensión de empleos, quiebras, falta de materia prima, o de clientes; las pérdidas de relaciones románticas o amistosas, entre otras, provocaron diversidad de emociones y sentimientos que en muchos casos no encontraron una vía adecuada de expresión, incrementando el malestar, la agresividad y la violencia.

Esperar que el regreso a los espacios comunes implique retomar las relaciones con los compañeros de trabajo o estudio en el mismo punto donde las dejamos al iniciar el confinamiento es un absurdo… Algunos de esos compañeros ya no estarán, los que vuelven habrán cambiado igual que nosotros mismos, y eso será evidente en las actitudes y comportamientos, por tanto en la forma de relacionarnos con los demás.

Es conveniente que en todos los espacios compartidos, los supervisores, maestros o encargados de grupo, puedan facilitar que el regreso se realice sin traumas. El “debriefing” es una técnica recomendada para que los grupos que comparten actividades puedan poner en común sus vivencias ante las crisis. Los pequeños grupos de aula u oficina, en esos primeros días de re-encuentro, deberían poder expresar desde  el círculo, cómo vivió cada uno el período de confinamiento, cuáles fueron sus pérdidas, sus cambios, sus aprendizajes; cuáles son ahora sus temores y cómo continuarán el auto-cuidado para cuidar a los que aman. Si esto se hace utilizando actividades lúdicas y creativas, facilitará aun más la expresión discursiva de cada una de las personas del grupo. El tiempo dedicado a esa actividad deberá ser el que cada grupo necesite de acuerdo al número de miembros y al nivel de gravedad de las vivencias, y más que pérdida de tiempo para las actividades formales, deben verse como una inversión en el bienestar psicológico, lo que tendrá un impacto favorable en el rendimiento y la calidad de las tareas por realizar.

A nivel personal, desde sus hogares, quienes regresan a la rutina perdida, habrán de esforzarse en la organización de la agenda. Pensar en cómo va a ser la jornada, a qué hora necesitará levantarse; cómo se transportará; si tiene hijos pequeños y requiere de ayuda, quién se hará cargo de sus cuidados; cómo resolverá las comidas y meriendas y las demás responsabilidades domésticas. La ciudad, aún con la educación básica, secundaria y universitaria esencialmente remota, ha mantenido altos niveles de congestionamiento en el tránsito y probablemente el tiempo de traslado a su lugar de trabajo o estudios, también se verá modificado.

Ser flexibles y dejar fluir la realidad puede ser útil en momentos inciertos, igual que encontrar una vía para liberar las tensiones de la vida cotidiana, a lo que puede ayudar la actividad física regular (caminar, trotar, bailar, pilates o yoga, etc.). Escuchar música que le resulte amena y contribuya a fortalecer su optimismo; cultivar la lectura, la escritura o practicar algún tipo de arte, son actividades que contribuirán positivamente con su estado de ánimo. Recuerde sonreír, ser empáticos y confiar que saldremos bien de esta difícil situación… Procure estar del lado de los vencedores, sea feliz y ayude a ser felices a los que tiene cerca, que la felicidad es circular.