No hay cosa más desacreditada en nuestro país de nuestros amores y dolores que lafrase:“Ha sido creada  un comisión para investigar el caso”.Tan devaluada ha quedado que el exfiscal del Distrito y ex juez de la Suprema Corte, Julio Ibarra Ríos (fallecido), ya a principio de 1990, bajo una nube de humo tras una bocanada de su eterno cigarrillo en un pasillo de Radio Mil, me susurró: “Muchas veces las comisiones investigadoras se forman para no investigar nada, si ese es el interés.Apréndete esa”.

Desde aquel consejo del exprofesor de historia dominicana, “me pongo chivo” cada vez que la autoridad me habla de comisión. Y no es excepción el “se investiga” formulado con parsimonia olímpica por el procurador general Francisco Domínguez Brito cuando le han preguntado acerca de la refriega perredeísta del domingo 27 de enero.

La irrupción de un sector del partido opositor en el local principal de la capital para impedir una convención nacional, la rotura de bienes,  los silletazos al granel, la lluvia de piedras, la profusión de armas de guerra, los heridos de bala, los intentos de homicidio, las imágenes televisuales y las confesiones de parte, no le han bastado al funcionario para movilizar con diligencia a la justicia.

Es la misma autoridad que sin pensarlo dos veces avala el encarcelamiento preventivo meteórico de un artista popular y la conculcación de sus derechos al cortarle sus trenzas simbólicas y rasparle la cabeza pese a un recurso de amparo en proceso y a la presunción de inocencia consagrada en la Constitución.

Un tuíter con la intención de dañar al popularVakeró, colgado en las redes por su pareja, la novel cantante Martha Heredia; un consejo para que ella lo formalizara en la Fiscalía; un test psicológico aireado en los medios de comunicación, declarándolo violento, y, montada la demonización mediática, el envío a la cárcel de la provincia oriental San Pedro de Macorís, fuera de su jurisdicción, con parafernalia propia de grandes capos… Todo hecho en un santiamén.

No hay cruz más pesada en sociedades inicuas que estar desprovisto de abolengo o de arraigo político y económico. Lo han demostrado históricamente las autoridades nacionales. Los casos comparados son solo la renovación de esa desigual práctica.

El Procurador, como él mismo ha confesado, ha tomado con pinza la penosa trifulca del PRD, porque hay aspectos políticos en el medio. En realidad, “puerco no se rasca en javilla”.

Cuando la justicia cae bajo las redes de la politiquería y de la conveniencia, entonces ya no es justicia. La justicia, aquí, solo es implacable con los indefensos. Cuando se trata del poder, se cubre con la manta de la cautela. A Vakeró (seguido por muchos y muchas jóvenes de diferentes clases sociales) lo han tratado como aquí tratan a los perros mestizos (viralatas), pese a que no le han condenado en un tribunal. Con los otros hay que ser cauteloso, pese al mar de evidencias. Una vez más, la justicia ha enseñado su refajo.

Ese es un mensaje perfecto para animar la incredulidad en la autoridad, la desesperanza y la violencia social. Y luego nos quejamos; luego, gastamos un dineral para analizar el problema  en foros de lujo.