Tan pronto uno profundiza en el fenómeno de la corrupción empieza a darse cuenta de que no tiene que ver con malos partidos o políticos y que sacarlos del tren administrativo con una limpieza no es la solución al problema. Desde antaño venimos viendo casos de nuevos corruptos y no de nuevas formas de corrupción, aunque sí existe una nueva modalidad aceptada e institucionalizada como es el financiamiento de partidos políticos donde el que saca más votos en una elección le corresponde mayor pedazo del pastel. Es probable que esta sea uno de los motivos que dan pie a la percepción de que la clase política dominicana está corrompida, principalmente la que ocupa puestos de poder.

Antes se tenía percepción pero con los sistemas de control y prevención de la corrupción constatamos el fuerte flagelo que es y lo que le cuesta al país. Asimismo, un periodismo más pujante y con mejores herramientas para detectarla y hacerse eco de denuncias suficientemente fundamentadas que han remeneado el altar de otrora figuras llamadas "serias", nos llevan a una conclusión: el verdadero sostén de la corrupción es la impunidad.

Y la impunidad a su vez devela la debilidad de la justicia cuando un caso llega ella. Un círculo vicioso que se anida y se desarrolla en la sombra, en el mayor secreto. Pero no es tan difícil descubrir la corrupción, sobre todo porque el individuo que la prohíja no quiere que se divulgue el efecto de su acción delictiva.

Es por esto que me niego a creerle a los hoy candidatos punteros a la presidencia de la república cuando hablan, casi al unísono, que no aceptaran la compañía de corruptos una vez en el gobierno.

Puede que esa sea la voluntad, incluso política. Pero la realidad es que ahora mismo, esos líderes aceptan la compañía de individuos señalados por la opinión publica en hechos delictuosos y aceptan el dinero que se robaron para emplearlo en tareas proselitistas.

No conozco una sola persona que trabajando a todo dar disponga de dinero para regalarlo a un político.  Y quien lo haga es seguro que alguna cola tiene que le pisen, ahora o mañana. Aquí todos nos conocemos.