El que es ciclista sabe de los peligros inherentes a nuestro deporte, que nuestra sociedad se caracteriza por no pensar en el prójimo, que a pesar de que somos un país con exuberantes bellezas naturales, restaurantes de lujos y plazas comerciales que compiten con cualquiera de las localizadas en el primer mundo, no tenemos la suficiente madurez de respetar al ciclista.

La sociedad dominicana alardea de las bondades de su nación, del crecimiento constante de su economía, de los vehículos de alta gama que circulan en sus calles, es más, algunos consideran que nuestra nación pudiera considerarse un país de primer mundo, pero siempre y cuando no se consideren ciertos aspectos característicos de nuestra sociedad y que cuando se realice dicha medición solo se tomen en consideración algunas zonas, no del país, sino de ciertas localidades exclusivas de nuestra querida isla, de lo contrario dicha medición arrojará verdades que nadie está dispuesto a reflejar en estadísticas.

Empero, el ciclista sabe, que independientemente de que algunos piensen que nuestra sociedad aparenta ser una sociedad de primer mundo, nuestro contexto social es distinto, emulamos lujos que no podemos sostener, no comportamientos que son los que nos diferencia de Europa o parte de Asia. El ciclista anda en la calle con incertidumbre, con temor a ser atracado o atropellado y abandonado a su suerte.

La educación es esencial para el desarrollo de un país, no solo por temas económicos, sino por temas de organización a lo interno de cualquier territorio, el ciclista lo sabe, porque lo sufre a diario, por el inconsciente social y la falta de educación de los conductores, cuyo mal no distingue entre tipo de vehículo o clase social.

Y si no me cree, lo invito a tomar una bicicleta y transitar por cualquier avenida, calle, no importa si la zona es buena o mala, y vera lo inseguro que se siente, sin importar que ande con luces “con todos los power” o con cornetas incorporadas en la bicicleta. Al final se dará cuenta de como se siente un ciclista y sabrá, y tal vez si tiene un poco de sentido común respetará al ciclista.

En tal sentido, invito a la señora del Hyundai, modelo Santa Fe, color gris que me toco bocinas de manera incesante, en la avenida Sarasota casi esquina colegio Genesis, Christian School, en el día veintidós (22) de mayo del año dos mil diecinueve (2019), que la próxima vez que se levante tarde, cosa que no me importa, se ponga, no en mi lugar, sino en el lugar de cualquier ciclista y que racionalice sus actos.