Si hay algo que encanta y desencanta, abre y cierra esperanzas es la díscola política latinoamericana, retórica e ineficiente. Sus gobernantes, mesiánicos o insignificantes, van del éxtasis sacramental al fracaso. Los héroes terminan siendo grotescas caricaturas de sí mismos, victimizando a los ciudadanos. En consecuencia, la desesperanza es cultura en Iberoamérica. Aquí, y de manera refleja, buscamos “el gancho” que nos tiene preparado el poder. Somos ciudadanos paranoides, como demostró el psiquiatra Antonio Zaglul.
En esta república carnavalesca, esperamos siempre las trampas agazapadas en cada actuación oficial, le buscamos la quinta pata al gato a lo que dice o hace el gobierno. Por eso, el puñetazo de tres pares… que ha dado en la mesa el procurador de la república sometiendo al inefable senador Félix Bautista nace arropado por brumas de dudas y escepticismo, mientras va abriendo los portones del infierno dominicano.
Hasta hace poco timorato, ese alto funcionario toreaba los expedientes de sus compañeros de partido alejándose de las funciones a que le obliga el cargo: “garantizar los derechos humanos, dirigir la investigación de los hechos punibles, formular la acusación, o requerir la absolución; ejercer la acción pública, defender los intereses sociales, ofrecer asistencia a las víctimas y testigos, garantizando la paz social”. Ahora, pasado demasiado tiempo, conmueve a esta sociedad cumpliendo con su deber; o eso parece… (Los tres puntos son los de la paranoia.)
Incontables preguntas surgen ante esta conmoción jurídica de pretensiones éticas y reivindicativas de la facción en el poder, grupo político que, dicho sea de paso, observó de brazos cruzados mientras sus compañeros de partido hacían fortuna a costa del Estado, premiándolos luego con altos cargos en la administración pública. Esto incita a dudar, añadido a la inercia de la cartera frente a robos y desfalcos en dependencias del Estado denunciados en la actualidad, y ni qué decir del desinterés en esclarecer posibles actos ilegales del ex presidente Leonel Fernández durante su mandato. Las preguntas son interminables y aumentan la sensación habitual de “un gancho”.
A pesar de esa atmosfera de inautenticidad, he escogido creer. Quizás necesite creer en ese sometimiento, y que el clamor público, las presiones internacionales, y la necesidad política de certificar honestidad han obligado a dar el puñetazo sobre la mesa, caiga quien caiga. Aplaudo, felicito al procurador. Si acaso hubiese trampa, espectáculo de distracción, necesidad urgente de chivo expiatorio ante la indignación y acciones internacionales iniciadas contra la corrupción – declarada el “Ebola de la política” por el presidente del partido socialista español – no lo sabremos por ahora.
Lo que sí sabemos es que la segunda etapa del terremoto jurídico caerá fuera de la jurisdicción del procurador, yendo a parar en manos de un sistema judicial endeble y comprometido. A partir de ese momento, las huestes del imputado y sus amistades judiciales podrían manipular las cortes. Entonces, allí, el juicio del alucinante Donald Trump dominicano podría durar hasta la segunda o tercera venida de Cristo.
De suceder así, más que probable, ni se reivindicara el procurador ni tampoco el danilismo. Sólo quedaría marcado Félix Bautista (y eso le tiene sin cuidado) dejando otra vez la nación decepcionada; otro fiasco, otro gancho, quizás otra coartada fríamente calculada… (Los tres puntos son los de la paranoia.)
NOTA: Publiqué este artículo en noviembre de 2014. El optimismo que me impuse fue desmedido, irreal. Confieso que me extralimite pensando que procesarían al más conspicuo y sospechoso billonario de la república, que el juicio duraría hasta la eternidad. Nada de eso. El asunto se resolvió en un santiamén: tres magistrados de papel aplastaron a dos magistradas de acero. Feliz Bautista quedó en libertad, y el pueblo dominicano sigue prisionero del Comité Central del Partido de la Liberación Dominicana.
¿Sabría el final de la película el procurador que hoy tanto se lamenta? Siempre quedará la sospecha. (Otra vez la paranoia.)