“En su conjunto, se había convertido una élite cansada, privilegiada y no combativa, que se ocupaba más de defender sus propios derechos que el de las masas”. Nelson Mandela

En la recta final de una batalla campal por ocupar las principales plazas municipales, el horizonte vislumbra, ya despejado, una favorabilidad incuestionable para los candidatos del PRM como fuerza electoral opositora de mayor arraigo social. La justa, que en principios parecía reñida, marcará sin dudas, el camino que conduce a la derrota inminente de los peledeístas.

Curiosamente, y a pesar del abismo al que se nos empujaba, el pueblo, como diría -Gustav Flaubert- en un acto parsimonioso “cumplía con sus tareas cotidianas como un caballo de noria que da vueltas y vueltas con los ojos vendados sin tener idea de la tarea que está desempeñando” y olvidaba la fuerza que podía ejercer para arrebatarle el poder al usufructuario abusivo y perverso enquistado en el Estado con intensiones non santas.

La aspiración de dar un giro al rumbo que lleva esta nación, forjó en la psiquis del criollo, un sentimiento profundo de cambio. Las acciones acometidas por la sociedad exigiendo la restauración, profilaxis y establecimiento de un sistema democrático plural, han calado incluso en aquellos desdeñosos en los aspectos políticos, a tal grado que, la cuestión sociopolítica del país está sujeta a la composición cronológica desprendida de la manecilla del reloj como elemento intermedio entre el facto y el deseo.

Pasar de esa ilusión a la realidad, nos ha costado en este interregno tedioso y siniestro, por lo menos a los que hemos mantenido de manera constante una férrea oposición al modelo corrupto del PLD, muchos años de lucha. Y en ocasiones, lágrimas y llanto producto de la frustración que engendra en uno, el triunfo del mal sobre el bien.

Ahora, ya despierto un monstro que yacía entre las banalidades y el desinterés por el conjunto, nos unen elementos cohesionadores, como nunca antes: el estado deplorable de nuestras instituciones, el miedo a seguir el rumbo al que hemos sido sometidos por los gobiernos del circulismo nefasto dirigido por la curia morada, la necesidad de transformar las instituciones como instrumentos al servicio real de la colectividad y, el dolor acumulado en estos años de imposición pacífica de las peores prácticas en el manejo de la cosa pública.

Podría parecer que todas las posibilidades de enfrentar el poder acumulado por los alumnos del vegano que hizo experto en la proscripción para no negarse a sí mismo, no se lograría. Pero la indignación, en ocasiones, germina en las sociedades, deseos inmensos de cambio, y unifica, en torno a una idea, a veces disímil, pero eminentemente necesaria para los pueblos.

La imagen del predomino  bajo el formato de secuestro de las instituciones, proferido a nuestras herramientas democráticas, por el PLD, se desprende del debilitamiento del que fuera en otros tiempos el adalid de las defensas del bienestar colectivo y la lucha por la instauración de un gobierno pensado en la “Gente” y una pugna intestina por variar el accionar de un partido que en su conjunto, se había convertido en una élite cansada, privilegiada y no combativa, que se ocupaba más de defender sus propios derechos que el de las masas”.

La leyenda se ha desvanecido y el mito erigido para la proliferación de la supremacía morada, sufre la peor embestida en sus veinte años de construcción. El pueblo se cansó, y ya decidido, abandona el estado de quietud para convertirse de nuevo, en el verdadero protagonista del cuento. Cumpliendo cabalmente con el propósito de enmendar el daño propinado al país por el peledeísmo gobernante, volcando todas sus fuerzas en favor de la construcción de una sociedad cimentada en las reglas, la moral y la decencia.