El gran problema, entre otros, de las izquierdas es su dispersión y aislamiento. Ese espíritu de parcela hay que erradicarlo de raíz. Es una característica de nuestra sociedad, anómala desde su nacimiento. Su arritmia ha impactado en todos los escenarios del país.

 

Mientras no se comprenda la sociedad dominicana y sus particularidades, la esencia y la manera como ella ha evolucionado, derivada de la dinámica de su proceso productivo y relaciones de producción, y a luz de los acontecimientos mundiales, estaremos cometiendo los mismos errores, «tropezando con la misma piedra».

 

La escasa formación científica, limitación teórica, del Marxismo Leninismo ha permitido dar rienda suelta a tendencias malsanas que contaminan a las izquierdas, y actuar de espalda de la población y los trabajadores. Confundiendo los deseos con la realidad y asimilando acontecimientos históricos que no se corresponde con la estructura económica del país, ni al nivel de conciencia y organización del pueblo.

 

En consecuencia, desconocen olímpicamente que transitamos por un proceso de profundización de la democracia que garantice el fortalecimiento de las instituciones públicas, conquistas de derechos civiles y libertades políticas, amplio desarrollo de la economía, combatir la corrupción y la impunidad, y conquista de la soberanía e independencia nacional, inconclusa.

 

La revolución dominicana transcurre en dos etapas históricas como resultado del nivel de desarrollo de la sociedad y a la incapacidad de sus fuerzas motrices. Para llegar al socialismo, tenemos que profundizar la etapa democrática burguesa, que está en transición. Extraer, conservar, los avances del viejo sistema para construir un nuevo. Es la cuestión.

 

La falta de un partido comunista, de un programa que cubra la parte democrática burguesa, y de un método de trabajo que se corresponda a la concepción, disciplina y mística comunista, son partes de los grandes retos de la izquierda revolucionaria.

 

¿Diferencias entre las izquierdas?

 

En este escenario entra muy bien lo que conocemos como El Progresismo, corriente política que contemporiza con el capitalismo, sin pretender sustituirla. La izquierda revolucionaria no renuncia a su sustitución, aprovecha el tránsito democrático para crear las condiciones que permitan seguir rumbo, por ahí pa’ bajo, al socialismo.

 

El progresismo en nuestro país debe andar estrechamente ligado a las luchas sociales y populares; a las reivindicaciones económicas y políticas de la población. De donde saldrán los dirigentes, militantes y simpatizantes de una corriente progresista que ha derrotado a los conservadores y oligarcas que han gravitado por décadas en la región latinoamericana y caribeña.

 

Sin embargo, en nuestro país el progresismo es débil y muy difuso. Se requiere esclarecer sus concepciones y sus propósitos. Aspectos de importancia vital para atraer a los sectores dinámicos de la sociedad, atemorizado por el nombre como consecuencia de la amplia campaña mediática, negativa, de los Estados Unidos.

 

El gran reto, de las izquierdas, es intensificar los aprestos unitarios para impulsar un progresismo de nuevo tipo alternativa política, que tenga como base estructural a un movimiento social y popular en lucha; saludable, plural y democrático. Que incluya a los estudiantes, profesionales, trabajadores, campesinos y otros sectores.